«Hoy se cumplen 15 años de la desaparición, 15 años de sufrimiento y 15 años de lucha. Cada día que pasa la extraño más y más. Llevo cada recuerdo tatuado en mi corazón y cada sonrisa guardada en mi memoria. Junto a mi abuela vamos a luchar para encontrarla». Lo dijo este domingo Emanuel López (19 años), a Diario Textual, al cumplirse un nuevo aniversario del femicidio de Andrea López. Participó esta tarde junto a su abuela Julia Ferreyra del homenaje que se hizo en el barrio Sur.
Emanuel es el hijo de Andrea López y de Víctor Purreta. Cuando tenía cinco años, presenció el asesinato. Se animó a hablar en 2011 y su testimonio fue clave para condenar al femicida.
Julia Ferreyra: «Hace 15 años que quiero llevar una flor a la tumba de Andrea»
Andrea desapareció el 10 de febrero de 2004, cuando tenía 25 años. Su cuerpo, que tenía el tatuaje de un niño con guantes de boxeo y el nombre “Carlitos” en el brazo derecho, aún no fue encontrado.
Purreta, en tanto, está en la cárcel. En 2014 fue condenado a 18 años de prisión por el femicidio, a partir del testimonio de Emanuel. Pero, sumando otras causas por facilitamiento de la prostitución y lesiones, debe cumplir una condena unificada de 25 años.
En la Colonia Penal de Santa Rosa da clases de boxeo a otros presos y mantiene el silencio. Incluso, estando en la cárcel, se ha casado en dos oportunidades.
El grito por Andrea López se escucha cada vez más fuerte a 15 años de su femicidio
Andrea fue la primera esposa de Purreta. Vivían juntos en una casa de la calle Maestros Puntanos, en un barrio al norte de la capital pampeana. Era obligada a prostituirse por su marido y eran recurrentes las peleas. Purreta la golpeaba, ella se iba a la casa de madre y él la denunciaba en la Policía por abandono de hogar. Volvía con su esposo y se reiniciaba el maltrato y la explotación.
Se cree que el asesinato de Andrea que se cometió en la noche del 9 de febrero o la madrugada del 10 de febrero de 2004. Emanuel o “Carlitos”, el hijo de ambos, dijo en 2011 en la Justicia que vio cómo su padre, luego de molerla a palos con un rebenque y ahorcarla, la acostó en una cama. Luego la llevó a la rastra al baño. Por la hendija de la llave de la puerta, pudo observar que la había puesto bajo la ducha. Quería reanimarla. Luego, su padre salió del baño y lo mandó a dormir. Poco después, llegó a la casa un familiar de Purreta a cuidar al nene. El boxeador salió. En la madrugada del 10 de febrero, a las 5.20 horas, Purreta fue visto a bordo de su camioneta. Lo vio su propia madre. El boxeador, ya en el juicio, reconoció la pelea, dijo que salió a comprar cigarrillos y que al volver advirtió que su esposa ya no estaba. “Yo no la maté”, aseguró.
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