Mariela Costa tiene 31 años, un papel que dice que se inscribió en 2012 en el Ipav, cinco varones de 2, 4, 6, 9 y 13 años de edad y tristeza en su mirada. La misma tristeza de unas 3 mil familias que no salieron preadjudicadas este miércoles en las 1009 casas que entregará el Instituto Provincial Autárquico de Viviendas (Ipav) en Santa Rosa.
Muchas de esas familias ya iniciaron los reclamos porque consideran que es injusto haber quedado fuera. Mariela es una de ellas. «Por supuesto que es injusto, no paro de llorar», dice a Diario Textual.
No tiene trabajo, sobrevive con la ayuda social y vive en una casa precaria de Zona Norte, en Piedras al 1600. Se llueve, hay humedad y este miércoles a la tarde el sol pega como nunca en el techo de chapa y la humilde casa es un horno. Afuera la temperatura es de unos 35° C y adentro, fácil, la temperatura escala a los 45°. “Me cobran un alquiler de 3500 pesos. Ya debo dos meses, tengo que entregar la casa y no tengo a dónde ir”, dice.
“Ellos me dijeron que me iban a dar la casa, pero no… Estoy desesperada”, se lamenta. “Hoy fui a reclamar porque no aparecí en el listado. Me dijeron que, si bien nací y viví toda la vida en Santa Rosa, estuve tres meses viviendo en Riglos. Es cierto, pero por esos tres meses yo creo que no pueden dejarme sin una casa para mis nenes. ¿O estoy equivocada?”, se pregunta.
Los nenes juegan y se revuelcan en el piso de tierra del patio, junto a un perro. “Ma, ¿ya vamos a tener la casita?”, pregunta el de 4. “Ya pronto, ya”, le responde Mariela.
Todos los meses preguntando por la casita
Soledad Quiroga, de 25 años, jura que es cierto. «Te juro que estuve todos los meses yendo al Ipav para preguntar por la casita», dice a Diario Textual.
«Hace 8 años que estoy anotada. Ocho años. Ocho. Me anoté en el 2011, cuando nació mi primer hija y después tuve a mi otro hijo. Me dijeron que tenía que ir todo los meses al Ipav para pregunta por las casitas… Eso fue lo que hice, pero no me tocó. Y la verdad es que me las rebuscó siempre para darle un techo digno a mis dos hijos y me duele que no haya salido en el listado… Tanto espera por un techo a lo que no te dan mi casa es chiquita dormimos todo en una sola pieza no tenemos calefacción y ni agua caliente ni patio donde ellos puedan salir a jugar», se lamenta.
En medio de los baldes
Son las 20.10 horas del miércoles y afuera llueve. Adentro también y Analía Soledad Lang está contando. Dice por teléfono a Diario Textual que son tres, cuatro, cinco, seis, siete, como once o doce baldes y recipientes. Los ha puesto arriba de la cama para contener las goteras. Y manda una foto a Diario Textual para confirmarlo.
Asegura que está anotada desde el 2009. «Me visitaron. Vieron que tengo nenes de 14, 10, 8, 6 y 4», dice.
Alquila en 3800 pesos una pieza con baño, sin piso y sin revoque en la calle Esmeralda al 1000. «En serio que no doy más», sostiene. Y se le cree.
Tristeza inmensa
«Yo soy Eliana Bailo, tengo 3 hijos y hasta hoy me prestaban la casa donde vivo. Y como no salí beneficiada me quedó en la calle», dice. «Voy a tener que a salir a buscar un alquiler o irme a vivir a Catriló, dejando todos mis trabajos de limpieza con los que sobrevivo. Somos muchas mamás en emergencia. ¿Por qué los del Ipav no ven eso y se las dan a gente en muy buena posición económica cuando son viviendas sociales. Es una tristeza inmensa».
Afuera por trabajar en un pueblo
“Me gustaría que sepan que estoy inscripta hace 10 años en el Ipav. Que tengo cinco hijos. Que uno de ellos tiene una discapacidad porque sufre de neurofibromatosis. Que reclamé tantas veces por una casita que ya no me acuerdo”, dice. “A mi me parece una burla. La verdad, mire, una burla”. Lo cuenta Fátima Montivero, de 35 años.
Tiene cinco nenes, de 13, 11, 9, 7 y 6 años. «Vivo en la casa de mi suegra, con la que pagamos un alquiler de 9000 pesos. Hace 10 años que estoy inscripta», insiste.
“Quiero que sepan que la asistente social, cuando me llamó para la entrevista (socioambiental), yo estaba trabajando en un pueblo. Por eso mismo me dio automáticamente de baja de las casas antes de que yo fuera a verla para contarle mi situación”, sostiene. “Si trabajo en un pueblo es porque fue el lugar donde conseguí trabajo para que a mis hijos no les falte nada… Yo quiero que las autoridades del Ipav se pongan en mi lugar, que me escuchen y me den una casa», finaliza.
«‘Te toca: quedate tranquila’, me dijeron»
Son las 16.30 de este miércoles y Micaela Cuta, de 24 años, se abraza a dos de sus tres nenes. “Tengo a este de 7, a esta de 6 y a la otra de 4 que está durmiendo”, dice a Diario Textual. “Yo pensé que iba a estar en el listado. ‘Te toca, quedate tranquila’, me dijeron en el Ipav porque sabían lo del incendio y dónde estaba viviendo…”, cuenta.
Se refiere al ataque incendiario que sufrió en la casa de su madre, ocurrido en diciembre de 2017: su expareja prendió fuego la vivienda ubicada en Pestalozzi al 1100, entre Pío XII y Chile. El agresor fue condenado a cinco años de prisión, pero aún está atemorizada.
Micaela vive con sus nenes en una precaria construcción que hizo su madre en el terreno, detrás de la casa. Solo tiene electricidad: ahí no tiene ni cloacas ni gas natural. “Cuando llueve afuera, llueve adentro”, dice. “Que me quede tranquila me dijeron…”
Problemas en la inscripción
Anabella Natalí Videla tiene 24 años y dice no aguantar más. “Estoy muy mal porque tengo que dejar la casa que alquilo en marzo”, cuenta.
Tiene cuatro nenes de 9 y 8, 4 y 3 años. “El de 8 años tiene hidrocefalia y derrame cerebral”, dice. “Y la nena de 4 añitos tiene un problema en los intestinos”.
Preadjudicaciones de 1009 casas: largas colas por consultas y quejas
Anabella estudia Enfermería y hace manualidades. “Me las rebusco para sobrevivir”, cuenta.
“Me dijeron que tenía prioridad en la adjudicación, que me quedara tranquila, que no me preocupara, que me iba a tocar. Pero ahora fue mi mamá a averiguar y le contestaron que no me la daban porque yo me inscribí en 2013, en vez de hacerlo antes de 2012, y que hay otra gente con prioridades de años anteriores”, cuenta. “Parece todo acomodo, porque hay gente que se anotó recientemente y solo tiene un nene e, igual, le ha tocado la casa”, lanza.
Bajo un árbol
Lía Bazán, de 30 años, dice que llegó a vivir durante cuatro meses debajo de un árbol y que ahora, al enterarse que no está en el listado, quedó desmoralizada. «Me encuentro sin trabajo actualmente y me desalojaron hace 20 días. Desarrollo Social de Gobierno me pago un alquiler por tres meses nada más», cuenta. «Encima no tengo a dos de mis cuatro nenes. Yo accedí a darle los nenes al padre para que mis hijos no estén conmigo en la calle. Yo quiero una casa para poder mantenerlos y cuidarlos», ruega.
Lía -que tiene nenes de 4, 8, 11 y 12 años- se inscribió en 2016, pero el Ipav entregó viviendas a los que se habían anotado hasta 2012. «Soy otro de los casos a los que no le dieron casa. He denunciado casas desde el año pasado. Seis denuncias metí. Hay casas sociales desocupadas o alquiladas, inclusive con llaves y papeles de la vivienda dentro. Pero no las desadjudicaron. Ya estoy cansada de hacer el trabajo de las asistentes«, dice.
«Es angustia, tristeza, bronca… No he dejado de llorar y no he dormido. Perdí las esperanzas, creo que hay acomodo e inoperancia», sostiene. «Mis hijos merecemos un techo . No puede ser que nadie haga nada».