En el acto por el Día de la Memoria, que se desarrolló por la mañana en el Parque Don Tomás de Santa Rosa, se leyó una carta que escribió Analía Molteni a su hermana Liliana, secuestrada y asesinada en La Plata en la última dictadura cívico militar. «Su pérdida fue y será irreparable. No solo para la familia, sino para la comunidad», dijo.
La carta, leída por la comunicadora Verónica Mac Lennan, es la siguiente:
«A los presentes le hablaré de Liliana Molteni…, mi adorada hermana.
Liliana era una persona excepcional, toda bondad. Y no lo digo solo por el lazo afectivo de ser su hermana. Quienes la conocieron darán fe a mis palabras.
Físicamente, era alta, de cabellos largos rubio oscuro, ojos color miel, vivaces , a veces taciturnos y en otras observando con atención o picardía, inclinando la cabeza en un perfil, que la hacía mirar casi “de costado”. Su nariz recta, sonrisa fácil y amplia. Su figura longilínea, caminaba y se deslizaba como una gacela. Manos y dedos largos. Siempre la vi hermosa.
En el Paseo de la Memoria recordaron a las víctimas del Golpe
Como les decía, muy afectuosa, bondadosa, eso siempre fue una constante desde su infancia.
Mi padre tenía imprenta y venta de artículos de oficina y escolares. Ella cada semana debía reponer su ‘portafolio’, hoy mochila, porque repartía sus elementos escolares entre niños que por alguna razón … no tenían. Obviamente era fácil hacerlo ya que papá en ese sentido era su cómplice, siempre decía ‘sí’.
Escuchábamos música. “Tardecitas pampeanas”, de 18 a 19 horas por Radio Nacional. Unica radio en aquel entonces. Ni tele ni Internet. Ella estudiaba guitarra y yo piano. Cantábamos. Compartimos horas de pileta en el verano. Caminatas y bicicleteadas por el pueblo. Tomar mate con las amigas. Armar comparsas y carrozas para los carnavales.
También siempre ayudamos a papá en las tareas de imprenta y a mama en el hogar. Quizás eso despertó su amor por el periodismo. Atendíamos algo que nos encantaba, regar la huerta de nuestra casa, donde nuestra madre nos enseñaba sobre las diferentes plantas y como cuidarlas. Luego nuestras picardías de niñas, arrancar las zanahorias, rabanitos, tomates, lavarlos e inmediatamente comerlos. Eso era todo una aventura.
Teníamos una hamaca debajo de una planta de Gualeguay, que era motivo de encuentro con las amigas ya que le habíamos agregado una tabla más larga y entrábamos hasta cuatro. también compartimos por unos añitos, la escuela de danzas folklóricas.
Luego, cuando ella tenía 13 y yo 15, me fui a completar el colegio secundario a Buenos Aires, ya que en nuestro Trenel natal solo había hasta tercero. La hermana de mi padre me hospedaba, ya que no había suficiente dinero para pagar una pensión en ciudad más cerca. Por lo tanto y habida cuenta que en esa época no había tanta comunicación, yo viajaba dos veces al año a visitarlos. Dos años alejadas. Lliliana a los 15 tuvo la suerte que la situación económica familiar estaba mejor y pudo finalizar el secundario en General Pico, a 35 kilómetros de casa. Con lo cual podía estar con nuestros padres todos los fines de semana.
Ya cuando ella decidió estudiar periodismo, para lo cual fue a vivir a la ciudad de La Plata, pudimos volver a estar juntas, en una pensión en calle 61 entre 3 y 4. Lamentablemente duró poco.
Liliana, mientras estudiaba periodismo, ya militaba en política. Y también era ayudante en la cátedra de lingüística de la facultad. Lo cual siguió después de recibida.
Ella militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, en cambio yo nunca milité en ningún partido. Medicina tenía otro perfil y me llevaba mucho tiempo.
Yo creo que su militancia comenzó cuando iba junto a otros compañeros, de periodismo a trabajar en las villas donde había muchas necesidades. Realizaban muchísima tarea solidaria. Luego se acercó mucho a su profesor Silvio Frondizzi, quien era parte del frente de Izquierda Popular, y así fue creciendo su compromiso con la comunidad y haciendo cambios cada vez mayores.
No solo trabajaba como ayudante en la cátedra de lingüística, también hacía notas sobre política, aun sin estar recibida, para Diario El Mundo. Luego, cuando se recibió, continuo por un tiempo más hasta que como sabemos el diario tuvo un triste final. Fue incendiado y cerrado.
Quería un país, justo, sin hambre, con buena educación, con trabajo, desarrollo. Y fundamentalmente sin corrupción. Esto lo repetía hasta el cansancio. Sin corrupción, con leyes claras, justas y que se cumplan.
En los pocos ratos libres …..Escuchaba de todo tipo de música. Amaba el tema de Lara de la película Dr. Zhivago…. pero le gustaba también y mucho el folklore y el tango.
Leía mucho sobre política internacional. Pienso que la impronta de su elección de ser periodista tuvo que ver con. Mi padre . el fue periodista autodidacta. Tuvo un semanario durante 25 años, y ambas trabajábamos con el cuando había que preparar para enviar, ya que no había computación como hoy día y todas las direcciones preparadas por papá había que cortarlas y pegarlas en cada uno para que llegue a los suscriptores. Muchas veces a la luz de una vela ya que en el pueblo se cortaba la luz a la una de la mañana hasta las seis del día siguiente.
En casa se recibía muchísimo material, revistas, diarios, impresos, noticias… Todo llegaba gratuito a mi padre por su trabajo y ejercicio del periodismo. Teníamos un arsenal de información cada semana que llegaba con el tan ansiado y visitado tren. Como si fuera un evento semanal. Íbamos juntas a esperar esos paquetes. No me caben dudas que esa fue la gran influencia.
En casa se hablaba de política, mi padre militaba en el Partido Socialista.
Siempre pienso en sus sanos ideales y como lamentablemente la historia reciente demuestra cómo fueron usados no solo los jóvenes sino los adultos que participaron en movimientos que solo tenían intereses para unos pocos.
El golpe cívico militar se la llevó la noche del 13/06/1976. De su casa. Junto a su compañero Daniel Elías.
La noche del 13 la note muy preocupada. Me saludo con un dejo de tristeza, y me dijo que volvería “si podía” en una semana. Nunca más la vi. Luego comenzó la larga búsqueda.
A partir de ese momento vivimos la angustia y la tristeza de buscarla y no encontrarla. Su pérdida fue y será irreparable. No solo para la familia, sino para la comunidad. Perdimos a una ser que hubiera sido maravillosa, para el futuro de nuestra nación.
En nuestro entorno comprobamos también el temor del resto de la gente. Y les digo que son pocos los que te acompañan cuando esto sucede en la realidad de país que teníamos. Había mucho miedo. En esos tristes momentos sobran los dedos de una mano para contar los amigos que se acercan. Luego… con los años todos recuerdan. Muchos conmemoran el Día de la Memoria pero pocos sienten la verdadera pérdida.
Cada vez que reviso un cajón con sus pocos objetos me encuentro con algunas pocas fotos, muñecas, una maquinita de coser. Antes no se compraba tanta cosa como ahora. Y una remera que ella me regaló en mi último cumpleaños.
Imagino que si no estuvieran sus huesos en una urna, gracias al trabajo de Antropología Forense con mi ADN. Sería una persona maravillosa. Con un magnetismo particular, un poder de oratoria importante como ya lo demostraba cuando iba a hablar en su militancia y yo escuchaba muchas veces con orgullo en aulas de la facultad de “medicina”. Sería una madre excepcional y quizás un abuela terriblemente afectuosa.
Quizás sería ministra de bienestar social, o algún departamento de comunicación, política exterior o quizás presidenta. ¿Por qué no?
Siempre tuvo personalidad un poco melancólica. Y cuando comenzó con su curso de periodismo, fue a su primera clase global y me pidió que la acompañe. Se imaginan yo ya era estudiante de medicina y mucho no entendía, pero me gustó y me gustó acompañarla. Recuerdo que hablaron de estatus.
En otra oportunidad la acompañe a Capital Federal a una visita a La Nación, donde se estaban imprimiendo los diarios a las 3:00 am para salir a la venta. Hacía mucho frío. Tuvimos que esperar en la puerta, abrazadas, para darnos calor.
Liliana fue víctima de una grieta social. La memoria debe servir para unirnos por un país donde reine la justicia independiente. No es buena la actual grieta.
Quería un país donde los educadores fueran respetados y bien remunerados. Donde la salud fuera un derecho y no un negocio. Donde la política fuera una verdadera gestión por la república y no un reinado para acomodar a la familia y su futuro de unos pocos.
Gracias por recordarla».