River le ganó con comodidad 2-0 a Cerro Porteño por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores. El «Millo», así, quedó bien parado para la revancha que se jugará la próxima semana en Paraguay.
Las dos conquistas fueron de penal: Ignacio Fernández en el inicio de las acciones, y Rafael Santos Borré en el segundo tiempo, firmaron los gritos del dueño de casa, que manejó el desarrollo a voluntad.
Pese a que pudo ser mayor, la ventaja de dos goles le da aire y tranquilidad para afrontar la vuelta en Asunción del próximo jueves. Y principalmente le permite seguir afirmando su nivel de juego, ya que son variadas las virtudes colectivas que propuso y expuso ante un endeble equipo paraguayo: intensidad constante, defensa compacta en pocos metros, presión alta para recuperar rápido la pelota en campo rival, lucidez para construir juego, precisión en velocidad al atacar en tres cuartos de cancha, apertura de bandas con los laterales para lastimar por afuera y la clásica voracidad de sus mediocampistas y delanteros.