“En pleno monte pampeano, detrás de las Sierras de Lihué-Calel y a escasa distancia del río Chadí-leuvú se encontraba el enclave del supuesto poblado de Graneros. Hasta su nombre resultaba atractivo cuando hace 70 años todavía no se conocían exactamente las posibilidades productivas de nuestra provincia”, así comienza el relato de una historia más de nuestra provincia, no tan conocida, y difundida ahora por el topógrafo, viajero y escritor, Juan Pablo Morisoli.
En su publicación, Morisoli recordó que la ubicación de lo que iba a ser la nueva localidad pampeana era al sur de Chacharramendi y ocurrió cuando todavía era Territorio Nacional. “Más a la distancia ese nombre era un llamador de supuestas tierras fértiles y al que no conocía le sonaba a paraíso triguero y tierra de grandes posibilidades futuras. Inmobiliarias porteñas equivocadas o no en su propósito compraron las tierras e iniciaron el diseño para la diagramación del pueblo”, explicó.
Alrededor de los primeros años del siglo XX se realizó el diseño del pueblo que supuestamente iba a atraer a miles de porteños a poblar el centro-oeste de La Pampa y a transformar ese monte bajo de transición entre el caldenar y la zona arbustativa o achaparrada, en trigales ondulantes.
“Demás está decir y hoy los pampeanos lo sabemos que esas tierras son de baja productividad, que están atadas a los regímenes pluviométricos y además en las épocas que se llevó adelante el loteo estaban cortados los escurrimientos del Salado, lo cual acentuaba la sequía de varios años. Era imposible pensar en construir un pueblo en ese lugar y menos lotearlo en chacritas de 3 hectáreas, dada que la forma de explotación ganadera era en superficies por arriba de las 5000 has., que siempre fue en ese lugar la única posibilidad de explotación dada la baja recepción ganadera por hectárea”, afirmó Juan Pablo Morisoli.
“Rodeado por las Sierras de Lihué-Calel y la laguna Urre-lauquen al sur, por el salitral Levalle al este, por un brazo del río Salado o Chadí-Leuvú y la Sierra Chata al oeste y la franja medanosa al norte estaban las tierras ¡trigueras! de Graneros. Su ubicación catastral era Sección XV, Fracción A, Lote 8 y parte del Lote 13, y ocupaba un total de 8.100 hectáreas. Hoy se lo ubica en el Mapa de La Pampa inmediatamente al sur-este de la consignada Estancia P. Achaval Rodríguez”.
“El pueblo existió verdaderamente en los papeles, ya que la Dirección de Catastro de la provincia lo incluyó en sus archivos y le asignó su número de éjido que era el 101 y nomenclatura a todas sus manzanas, quintas y chacras circundantes”, destacó el escritor y viajero de nuestra provincia.
Durante varios años en la Dirección de Catastro de la Provincia se recibieron a personas que habían comprado ilusionados un lote en dicho pueblo, un lote urbano y venían a tratar de conocer su ubicación.
“Algunos de los incrédulos propietarios que se acordaron de haber comprado una parcela urbana en Graneros, no podían creer que habían sido engañados por hábiles inmobiliarias, rápidas con la propaganda y sobre todo con el desconocimiento que se tenía y todavía se tiene sobre nuestro territorio y su condición, a esa latitud de patagónico. Curiosa situación esta que con los años se disipó y la familia propietaria de los campos circundantes fue uniendo de diferentes maneras las parcelas a la superficie mayor, mediante posesión veinteañal y posteriores unificaciones, aunque todavía quedan ‘lunares’ de algunas parcelas aisladas”, recordó.
“Grande era su sorpresa al conocer la verdad que con toda tranquilidad se le explicaba, para no molestar su buena fé de compradores”. Solo fueron víctimas de una estafa.
“En realidad no se diferenciaba en la planificación de otras colonizaciones privadas, de las miles que poblaron el país de inmigrantes, tanto en lo urbano como lo rural y además no fue el único antecedente en la provincia. Todavía se pueden consultar todos estos antecedentes y ver sus planos”.
“Se conservó durante muchos años en Catastro un folleto del loteo que hablaba de las bondades de la zona y su cercanía a ferrocarriles y rutas, como se acostumbraba en esas ocasiones. Observando detenidamente el material gráfico aparece un curioso listado de referencias que acompaña el plano. Cita este listado los lugares destinados a: Escuela, Comisaría, Juzgado de Paz, Municipalidad, chacra para la policía o sea caballeriza, Banco de la Nación Argentina, Iglesia, Correos y Telégrafos, Hospital, y lo más llamativo es que deja un lugar en frente a la plaza principal destinado a Gobernación”.
“Evidentemente sus creadores habían pensado un futuro rutilante para Graneros, al dejar una manzana frente a la plaza nada menos que para Gobernación del territorio ó de la futura provincia, lo cual convengamos era un poderoso atractivo a futuros y ansiosos inversionistas”, sostuvo el escritor.
“Muchos de nosotros recordamos anécdotas que cuando niños nos contaban, sobre algún vecino que visitando la capital porteña Buenos Aires, había sido sorprendido en su honestidad y sencillez por hábiles manipuladores que les vendieron entre otras cosas: la Casa Rosada, el Obelisco, la plaza Miserere, un tranvía o una estación completa y cosas por el estilo”, agregó Morisoli en su publicación y que solo la “viveza criolla” o “cuento del tío” de aquellos años fue mutando a otras formas de engaños.
“Incluso en épocas más recientes recuerdo que cuando viajábamos hacia allá, por estudios o temas de salud siempre se nos prevenía familiarmente con este asunto de la ‘viveza criolla’, que en el caso que hoy contamos y coincidiendo con técnicos y profesionales que pasaron por Catastro Provincial fue sin duda o intentó serlo una gran estafa”, finalizó en su relato histórico el topógrafo y escritor pampeano.