La empresa Molino Cañuelas debe casi 1.400 millones de dólares a bancos y lleva meses sin pagar. Los acreedores se debaten entre pedir el concurso y la quiebra.
La alimenticia de Aldo Navilli está a pasos de convertirse en la nueva Vicentin porque sus acreedores llevan meses sin cobrar y no ven posible que un acuerdo privado les permita recuperar parte de la multimillonaria deuda.
Las dos megadevaluaciones durante el gobierno de Mauricio Macri complicaron su situación y la crisis financiera que se vive a nivel global están haciendo aún más difícil su presente.
Los casi 40 acreedores -entre los que figura también el Banco Nación – que al igual que con Vicentin es el que más expuesto quedó-, el HSBC, Rabobank y el Galicia -el que le otorgó un crédito de 30 millones de dólares apenas días antes de que la empresa decidiera suspender los pagos-, designaron un representante para la negociación y el seguimiento de la empresa. Se trata del contador Juan José López Forastier, experto de agronegocios de Deloitte y que en Molino Cañuelas aseguran que solo es un veedor, informó el sitio La Política Online.
Con el Galicia las deudas ascienden a los 30 millones de dólares, con Rabobak a 15 millones y con el HSBC, a 50 millones de dólares.
Pero las negociaciones se trabaron porque los acreedores no están cobrando y no hay unanimidad entre los bancos respecto del curso de acción: forzar a Molino Cañuelas a pedir el concurso de acreedores o directamente pedir la quiebra y liquidar la empresa para poder recobrar el activo.
Desde la compañía, con la asesoría de Lazard y Columbus, por el contrario creen que todavía existen ‘buenas posibilidades de llegar a un acuerdo privado’.