El decano de la facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Xavier Oñativia, explicó las consecuencias que sufren las personas por los cambios drásticos de vida motorizados por la pandemia de Covid -19. Defendió las políticas públicas y habló de “consignas difusas, enojo y resentimiento” en las marchas anticuarentena.
El psicólogo, oriundo de Doblas, dijo que la cuarentena es un “proceso inesperado y atípico” que puede resultar una “crisis o una catástrofe”, de acuerdo a las características que vaya teniendo. “¿De qué depende? del colapso de los sistemas institucionales en general y de los de salud, en particular, previstos para la atención en un contexto de esta naturaleza”.
“El desborde de estos sistemas lo convierte al proceso en una catástrofe”, advirtió. “Por eso es muy importante la política pública que se está llevando adelante, que busca ralentizar el nivel de contagio fortaleciendo los niveles de salud y atención para preservar vidas”, valoró el profesional de la salud, quien diferenció lo que sucede en otras partes donde la situación adquirió el estatus de “catástrofe”.
En cuanto a la afectación que tiene el aislamiento, sostuvo que nadie está preparado para este presente, con lo cual se modifican todas las referencias que se tenían en la constitución como sujetos para funcionar desde ciertas coordenadas. “Podríamos decir que un factor desestabilizador, que genera mucha inquietud, es la incertidumbre. Si a nosotros nos dicen que esto va a suceder, pero a los 43 días se resuelve uno se prepara para esos días porque sabe que ahí está la fecha de finalización”, ejemplificó en un zoom con el Informativo de Canal 3.
“Pero este tipo de pandemia, de afectación, no nos ofrece ese dato. Por lo tanto, hay una cuestión psicológica muy importante en juego, con la cual hay que trabajar desde las políticas públicas acompañando a la población para morigerar el impacto”, propuso. “La incertidumbre, sin metas y objetivos, es en general un elemento inquietante para el ser humano”, insistió.
A todo esto, existe una cuestión insoslayable relacionada al perjuicio económico que esto conlleva y, por supuesto, causa mucha preocupación porque se lesiona un estilo de vida, como ser o no solventes para enfrentar gastos, etcétera. “Esta actualidad nos hizo perder proyectos también y es por eso que es muy importante saber por qué se hace este esfuerzo. Es decir, perdemos algo para no perder algo mayor, como es la vida o la salud”, enfatizó Oñativia.
Resaltó que en este tiempo se está poniendo sobre el tapete la significación de solidaridad o no hacia los demás. Aclaró que una cosa es la cuestión de las diferencias, donde coexisten las múltiples miradas que son el juego de la democracia y la vida en comunidad. “Eso está muy bien y debe ser así”, aseguró, aunque alertó que el problema que está viendo es cuando esas diferencias se convierten en una justificación para atacar de una manera violenta a los demás.
En ese sentido, diferenció la agresión de la violencia. “La agresividad es la que tiene cualquier ser vivo para la supervivencia, proveerse de un alimento, etcétera. Pero en los seres vivos nunca esa efusividad está orientada a la destrucción o a la eliminación del otro, salvo que sea su alimento”, manifestó. “En cambio, la violencia es un producto cultural, propio de los humanos, y se caracteriza por estar dirigida a dañar o eliminar al otro. Eso, en una vida democrática, no está bueno. Podemos tener diferencias, pero no hacer de ellas el motivo de eliminar al que piensa distinto a uno”.
Lamentó la existencia de un proceso global histórico, que se va acentuando, relacionado al segregacionismo, que aparta y expulsa lo diferente. “Hay una intolerancia y una incapacidad en ciertas personas de convivir con lo distinto, algo que está pasando en diferentes partes del mundo y también en Argentina. El problema no es que seamos diferentes, sino que hagamos de ello algo negativo a eliminar”.
Según dijo el especialista, la cuarentena por la pandemia incrementó las consultas por afecciones de salud mental y también crecieron ciertos consumos problemáticos, como el alcoholismo. Puntualizó que a veces son “salidas en falso” para hacer frente a la angustia y la ansiedad. En rigor, las consideró reacciones “normales” a eventos anormales. “No se deben estigmatizar como una psicopatología, como una enfermedad, reacciones que ocurren en un contexto distorsionado”.
-¿Qué mirada tiene de las marchas anticuarentena que se realizaron en varios puntos del país?
-La gran mayoría argentina tiene muchas ganas de salir adelante y dejar atrás una situación crítica que vivimos. Esa mayoría tiene ganas de trabajar desde los consensos, los acuerdos, la palabra y no con estas expresiones de odio, enojo y resentimiento, a veces con muy difusas consignas. Obviamente está bien si alguien se quiere oponer a algo, pero el problema son las maneras: hay un piso que no hay que bajar, que es el respeto a la otra persona. Desde el respeto y en el marco de la ley podemos construir una sociedad más habitable entre todas y todas, desde nuestras diferencias legítimas.