Economistas coincidieron en que la suba de los precios de la carne y el maíz en el mercado internacional se tradujo en un incremento de los valores domésticos de los alimentos, algo que pone en evidencia la necesidad de desacoplar unos de otros para evitar que se genere un traslado inflacionario a la economía doméstica.
El economista de la Universidad Nacional de Avellaneda, Sergio Chouza, afirmó a Télam que el hecho de que suban los precios de los productos que exportamos, “a priori es algo positivo”, pero puntualizó: “La contraindicación de que haya un ciclo alcista bastante pronunciado en los commodities es justamente que estos a su vez son insumos primordiales de la alimentación del país”.
Por eso consideró que es preciso disponer de desacoples de los precios a partir de la política fiscal y tributaria, y dijo: “La aplicación de retenciones es una de las herramientas por excelencia de desacople primario sobre estos productos”.
“También está la posibilidad de establecer un esquema de cuotificación dentro de las herramientas de administración del comercio”, agregó y remarcó: “Se pueden disponer de cuáles son los permisos de exportaciones para los sectores primarios, y fijar que se va a poder exportar una vez abastecido el mercado interno”.
Chouza puntualizó que para los sectores productores exportadores todo lo que tenga que ver con alguna intervención del Estado nunca es bien vista, pero sostuvo que el Gobierno Nacional tiene que armonizar los intereses de todos, no solamente de los sectores productores que tienen la posibilidad de aprovechar este ciclo alcista que redunda en mayor rentabilidad, sino también de la población que consume de manera directa o indirecta estos productos de exportación.
Para la economista y diputada del Frente de Todos, Fernanda Vallejos, el problema de Argentina es que se exporta lo que se come, o lo que come el ganado que comemos, por ejemplo el maíz.
“Por eso, cuando aumenta el precio de nuestras exportaciones, algo bienvenido, se tensiona el mercado interno, el precio de los alimentos. Ergo: hay que desacoplar precios”, afirmó Vallejos.
Explicó que ese desacople debe hacerse por dos motivos: “Justicia social y para acotar la inflación importada, que es el impacto del precio internacional de la canasta de exportaciones”.
“Si no, se entra en una carrera precios contra salarios, donde pierden los laburantes, se debilita el mercado interno y no hay crecimiento”, precisó la legisladora, quien destacó: “Hay muchas herramientas, retenciones, cupos, instrumentos compensadores. Lo esencial es tener muy claro el objetivo de la política, que es lo irrenunciable”.
En tanto, el economista de la Universidad Nacional de Moreno, Fabián Amico, sostuvo a Télam que la suba del precio internacional (de las materias primas) es equivalente al efecto de una devaluación del tipo de cambio en el precio de los alimentos.
“Cuando mejorás los valores de las exportaciones, que es imprescindible, empeorás los salarios, porque se encarecen los insumos que se utilizan para producir alimentos y eso se traduce en un incremento de los precios internos”, explicó.
Y añadió que hubo aumentos muy importantes en el precio internacional del maíz, que en Argentina se utiliza como insumo para producir pollo, cerdo y carne vacuna.
“Si se analiza el IPC del Indec en forma desagregada se van a encontrar aumentos desproporcionados en los precios del pollo, de la carne picada, y en rubros que tienen como insumo el maíz”, destacó Amico.
Y agregó: “Claramente eso fue lo que impulsó el IPC al alza (4%) en diciembre, ya que tiene relación”.
A su criterio, la alternativa de prohibir las exportaciones no es la mejor porque se necesitan dólares, pero surgen dos alternativas que se podrían combinar: “Una es el derecho de exportación, que compensa la suba del precio internacional sin afectar las cantidades y la otra alternativa es que el Gobierno subsidie los aumentos de costos que provoca la utilización de ese insumo, en este caso el maíz a un mayor precio, así los bienes finales no aumentan tanto”.
El economista de Flacso, Horacio Rovelli, afirmó a esta agencia que la mejor manera de desacoplar los precios externos de los internos son las retenciones, y consideró que hay que subirlas y segmentarlas por tipo de productor.
“No es lo mismo que produzca un pequeño chacarero a que lo haga un gran hacendado, o una gran acopiadora”, por lo que sostuvo que el camino lógico para desacoplar los precios internos y externos son las retenciones.
Y aseguró que no se puede tener una retención del maíz y del trigo de solamente el 12%. “Habría que llevarlas al 30%, lo mismo que con la carne, sobre todo la vacuna”, expresó.
Rovelli remarcó que todos los países priorizan su demanda interna, y afirmó: “Con las retenciones se igualan precios internos y externos, a un valor más beneficioso para el mercado local”.