Uno de los nuevos casos que se están juzgando en el tercer juicio de la Subzona 1.4 es el de un conscripto del Regimiento de Toay que fue detenido y juzgado en 1975 por un hecho inédito: le robó la ametralladora del auto al mismo coronel Ramón Camps, el jefe militar de La Pampa en ese momento.
El caso se conoció por la investigación realizada por el periodista Norberto Asquini en el libro “Crónicas del Fuego”. En la publicación se refiere que los que pasaron como presos políticos por los pabellones de la Unidad Penal 4 de Santa Rosa entre noviembre de 1975 y mediados de 1976 conocieron a un hombre que estuvo durante esos meses alojado en el pabellón especial. Era un enigmático personaje llamado Armando Norberto Lazcano, conocido como “el boliviano” por su “tez oscura y su cara aindiada”, que había nacido en Jujuy y tenía por entonces 22 años, según datos del Expediente 365/75 “Lazcano, Armando Norberto s/infracción ley 20840 y artículo 189 bis del Código Penal”, del Archivo del Juzgado Federal.
“Para algunos que compartieron tiempo con él, era un militante del ERP con una misión en La Pampa donde había encarado la mayor de las osadías; para otros, un albañil que buscando dinero fácil cometió una desgracia: se robó la ametralladora del mismísimo coronel Camps. Si nos circunscribimos a los pocos documentos que quedaron de su causa, era un soldado que había cumplido servicio en el regimiento de Toay en 1974 y se encontraba con licencia especial al momento de los hechos”, se indicó.
El 26 de octubre de 1975 a las 3 de la madrugada, se desplegó un impresionante operativo en el hotel París, en pleno centro de la ciudad, donde Lazcano compartía una pieza con otro hombre. El joven fue detenido y en el patio del edificio se encontró un bolso de cuerina a cuadros con armas de guerra. Contenía una ametralladora PAM3 calibre 9 mm, varios cargadores -dos de FAL y uno para munición 11,25 mm-, un centenar de municiones de ese arma y de otros calibres, y tres granadas de guerra SMK1. La prensa informó al día siguiente sobre la novedad que los elementos secuestrados pertenecían a “un hombre supuestamente vinculado a actividades subversivas”. Mientras que la noticia oficial fue muy escueta, se indica en el libro.
El día anterior al arresto, Lazcano había pedido trabajo a un ex oficial suyo en el Regimiento 101 y en un momento en el que quedó solo habría tomado del interior de un Ford Falcon verde un maletín. La mala suerte le jugó en contra pues era el vehículo oficial de Camps. Entre sus pertenencias apenas apareció una revista “Caudillo”, editada por grupos de la Triple A, y un carnet de la JSP. También se le secuestraron cartas a una tal “Nina”, que fueron analizadas por la policía como si fueran mensajes guerrilleros en clave.
Estuvo preso en la U4 por “subversivo” y en 1976 fue condenado por tenencia de armas de guerra a cuatro años de cárcel y pasó por los penales de Rawson y La Plata. En 1980 lo juzgó otra vez un Consejo de Guerra presidido por el coronel Jorge Harguindeguy por hurto simple y purgó un año más tras las rejas, indica la investigación de Asquini.
Poco después, Camps sería trasladado. El viernes 19 de diciembre en la Plaza de Armas del Destacamento de 101 de Toay el coronel Fabio Carlos Iriart tomó posesión de la jefatura de la unidad militar. Camps se convertiría en el jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura militar y en uno de los más terribles represores.