El Gobierno pampeano volverá a poner sobre la mesa una discusión postergada que traerá polémica: la escolarización de las niñas y los niños de la Colonia Menonita Nueva Esperanza, ubicada en proximidades de Guatraché.
Según ha podido averiguar Diario Textual de fuentes oficiales, el reclamo la harán en los próximos días en una reunión entre diversos organismos provinciales que monitorean el trabajo infantil y la escolarización. «No queremos cambiarles su cultura o su religión, solo que cumplan la ley», dijeron los consultados por este diario. Sin embargo, ahí radica la polémica: los menonitas consideran que docentes «extraños» son una amenaza a su forma de vida.
La colonia menonita está asentada en unas 10 mil hectáreas de la zona de Remecó desde mediados de los ’80. Actualmente son unos 2 mil pobladores, la gran mayoría niñas y niños. No hay policías, médicos ni maestros provinciales.
Los chicos concurren a escuelas propias, donde se habla el alemán antiguo. Los “docentes” son de la comunidad, que no siguen la currícula escolar.
Según dijeron fuentes oficiales, existe un “documento” firmado entre las autoridades del Gobierno y los “jefes” de la comunidad menonita donde se indica que los chicos deberían tener escolarización primaria. Pero no se cumple.
El idioma es una de las más fuertes barreras que separa a los menonitas del resto de la sociedad. En las decena de escuelas propias, los chicos de la colonia aprenden a leer y escribir en alemán. No se enseña el castellano.
El maestro, que es menonita, tiene mínimos conocimientos de nuestro idioma. Durante seis meses y medio, cada día de 7.30 a 11.30 y de 12.30 a 15 horas, enseña a los únicos cuatro grados que existen a leer y escribir en alemán, a sumar, restar, multiplicar y dividir.
Ya a mediados de los ’90 hubo pedidos para que las clases fueran dictadas por docentes matriculados. Sin embargo, se encontraron con una cerrada negativa de los “jefes” menonitas que, incluso, amenazaron con irse de la provincia.
En 1997, a través de una resolución del Consejo Federal de Educación, se estableció que los chicos debían abandonar su tradicional modelo educativo y adaptarse al sistema oficial de enseñanza. «La necesidad de sostener el legítimo respeto a las pertenencias religiosas y culturales que consagra la Constitución Nacional (…) no excluye la ineludible necesidad de dar cumplimiento a la obligatoriedad de la escolaridad que la misma Constitución y las leyes argentinas establecen en garantía de la estabilidad de sus habitantes», señalaba el documento oficial.
Finalmente hubo una suerte de “acuerdo” entre las partes: se decidió que el idioma español y los preceptos básicos de la educación primaria debía ser impartida en cada casa por los padres y madres u otros familiares de los infantes.
Ahora ese consenso alcanzado hace dos décadas pretende ser modificado. El primer paso se dará en una reunión de la Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti).
En la colonia menonita siguen las normas que hace más de 450 años impuso su líder Menno Simons. Nacido en 1492 en Witmarsum (Holanda), fue cura católico que en 1536 rompió con la Iglesia para unirse a los anabaptistas, luego de que el sector más radicalizado de esta escisión tomara la ciudad alemana de Münster, estableciendo la poligamia y un gobierno propio. Ya con Simons como líder de ese grupo, se los comienza a conocer como “menonitas”.
En la colonia rigen los principios impuestos el líder hace siglos, como el rechazo a la violencia, a la guerra y al confort; la división entre Estado e Iglesia; y el bautismo infantil. También otras prohibiciones como la luz eléctrica, el teléfono, la televisión, el alcohol, la radio y el automóvil. Ultimamente, sin embargo, esas prohibiciones se han ido relajando: hoy no es difícil encontrar menonitas con teléfonos celulares y electricidad en las carpinterías o herrerías de la colonia. Además, se están registrando graves casos de alcoholismo.