En la tarde del 6 de noviembre de 2012 murió Osvaldo Enrique Miranda, de 55 años, en un campo cercano a la comuna de Ranqueles, en el extremo sur de Córdoba. Era de Realicó. Su socio, con el que mantenía un reclamo por faltante de ganado, se encontraba con él. Dijo a la Policía y a la Justicia que, por accidente, en una pialada con un lazo un toro lo arrastró más de 18 metros y le causó la muerte por estrangulamiento. Pero ahora un jurado popular estableció que simuló el accidente y lo declaró culpable de asesinato.
En un juicio por jurado popular, la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto resolvió que la muerte de Osvaldo Miranda fue un homicidio calificado y por lo tanto dictó una condena de prisión perpetua para Javier Gallo (42).
Gallo podrá permanecer en libertad hasta tanto no haya una sentencia firme. Para la Justicia, Miranda murió luego de recibir un golpe y de ser enlazado a un toro con el que habrían simulado un accidente laboral, informó el diario Puntal.
La sentencia se conoció ayer a tarde después de la ronda de alegatos, en la que el fiscal de Cámara, Julio Rivero, había pedido 18 años de cárcel, entendiendo que no existió alevosía ni codicia.
La querella, representada por Osvaldo Narcisi, se inclinó por la perpetua, tal como resolvió el tribunal.
Los abogados defensores Nicolás Rins y Cristian Gallo habían solicitado la absolución: consideraron que no hay pruebas que incriminen a Gallo en este hecho y ni siquiera prueba científica que permitan concluir que fue un asesinato.
Después del cuarto intermedio, el tribunal integrado por las juezas Virginia Emma y Natacha García, y el juez Daniel Vaudagna, y los ciudadanos que conformaron el jurado popular pasaron a definir el veredicto que concluyó con la condena a Gallo.
La muerte de Miranda, un productor oriundo de Realicó, ocurrió en medio de un corral en el sur-sur de la provincia.
En principio trascendió que habría fallecido por un golpe accidental de un toro que aparentemente intentaba enlazar. Meses después, la investigación desarrollada por el fiscal de Huinca Renancó, Marcelo Saragusti, encontró elementos para sospechar que el ganadero pudo haber sido víctima de un ataque.
Entre las pistas para abonar esa teoría apareció una diferencia que Miranda y Gallo habrían mantenido por un faltante de animales que tenían en común.
En la primera audiencia, el acusado se proclamó inocente. Sostuvo que no vio cómo Miranda enredó su propia cabeza con la soga que, en el otro extremo, tenía enlazado un toro. Pero que sintió “el tropel” y vio que el animal lo arrastraba violentamente. Relató cómo habría tratado de liberarlo, dándole cuchilladas a la soga y al animal, que no pudo salvarlo y que él mismo resultó con lesiones.