Por Marcelo Alejo
La pelota volvió, un día, a la vieja cancha de la Colonia Sabadell. Entre los yuyos y los arcos despintados, un grupo de hombres, algunos de más de 80 años, volvieron por un rato a correr detrás de la redonda.
Son los exfutbolistas del Club Deportivo La María Luisa, de la Colonia Sabadell, ubicada en la zona rural entre Macachín y Riglos.
El fin de semana, fueron convocados en aquel club para ser homenajeados. Cuando estos señores -hoy, la mayoría con más de 80 años- eran apenas unos niños, no solamente trabajaban en el campo junto a su familia sino que también concurrían a la escuela de la colonia Sabadell.
En el año 1948 llegó a esa escuela, derivado de Macachín, un maestro. Era Esio Walter Robustelli, un fanático del deporte, quien vio a estos alumnos mientras peloteaban en un recreo como unos diamantes sin pulir y decidió formar un equipo de fútbol importante.
Contagió su entusiasmo en los alumnos y sus respectivas familias y con mucho entrenamiento y exigente disciplina nace humildemente el equipo del Club Deportivo La María Luisa.
El maestro tenía un equipo propio con los mejores jugadores al que nunca le ganaban. Su idea era que esos niños soñaran con el objetivo de alguna vez ganarle a ese equipo del maestro, que esa motivación los hiciera esforzarse y mejorar. Cuentan que en una oportunidad los alumnos ya habiendo desarrollado algunas habilidades, lograron empatar un partido y el maestro estiró el partido cerca de 20 minutos para que el tablero no termine en empate y finalmente ganó por un tanto el equipo del maestro y finalizó el partido. Los alumnos se fueron enojados a la escuela y por ello debieron llenar una hoja del cuaderno escribiendo de corrido “debo ser buen deportista”.
Pasó el tiempo y esos niños se transformaron en habilidosos jugadores y participaron del torneo zonal con sus pares de la liga Centro Sur: Macachín, Salinas, Anchorena, Riglos, Alpachiri y Doblas.
Los jueves religiosamente los jóvenes se bajaban del tractor y se venían a la cancha a entrenar. Una cancha que construyeron entre todos al igual que el Salón de Reuniones que está a la par. Con donaciones de los vecinos y algunas gestiones al gobierno se logró inaugurarlo en 1957 con la presencia del gobernador Ismael Amit quien donó los pisos para todo el salón. El resto, todo mérito del esfuerzo de los vecinos.
El equipo tenía “grandes figuras”, como Oscar Fermanelli , que tenía una destreza tal que en su momento fue convocado por River Plate para una prueba y se negó por ser fanático de Boca. Fermaneli tiene tres hermanos que también integraban ese equipo: Miguel, Roberto y “Bochín”.
También estaban los hermanos Muller: Raúl, Pedro, Jorge y Julio. Además, Oscar Guissi, Julio Rodríguez, Carlos Suárez, Hugo Aguirre, Cuchelo Díaz, Juan Bruna, Mario Sabari, Oscar Carrera, Hugo Collado, Rodolfo Díaz, “Chiquito” Carrera, Joaquin Berg, Mario Baldomé, Carlos Suarez, Horacio Poli, Jose María Sierra y muchos más.
Estos jugadores formaron este equipo solamente por el orgullo de pertenecer a él. Nunca recibieron una remuneración por jugar: era solo por el amor a la camiseta.
Según contaron, en una oportunidad el equipo del Club Juventud Unida necesitaba refuerzos para enfrentar a un gran rival que era All Boys. Para ello, convocaron a tres figuras de la María Luisa: Raúl Muller, Oscar Fermanelli y su hermano Bochín, que fueron los que convirtieron los tres goles del partido logrando el triunfo ante el invencible All Boys.
El domingo fueron homenajeados, en una iniciativa organizada por Eduardo Recarte y Gustavo Carrera.
Algunos integrantes del glorioso equipo del Club Deportivo la María Luisa se reunieron para almorzar en el club y posteriormente compartieron recuerdos, plantaron un árbol simbólico, patearon penales en la vieja cancha, firmaron una pelota de fútbol y, por su puesto, pasaron una tarde compartiendo mates, tortas y muchas anécdotas.
Según ellos, fue una historia de mucho esfuerzo, dedicación, pasión, entrega, perseverancia, compromiso, trabajo, amistad y familia. Palabras que son la base de cualquier proyecto digno.
Lo que no tuvieron mucho fue óptimos resultados deportivos: a pesar de ganar algunos partidos, pocas veces lograron un campeonato, dijeron. Pero esta es la muestra que a veces el resultado no es lo importante.
Hubo abrazos y la promesa de volver a reunirse. El brillo de los ojos, el tono de la voz, la sonrisa cómplice y la nostalgia brotó en cada anécdota.