En la madrugada del 10 de diciembre de 2011 un femicidio conmocionó a La Pampa y el país: Carla Figueroa, una adolescente de 18 años, fue asesinada de 11 puñaladas por su marido. La escena la presenció Valentín, el hijo de ambos, en ese entonces de 2 años. Marcelo Tomaselli, el femicida, había salido de la cárcel solo una semana antes: estaba preso por violar a Carla, pero logró un «perdón», se casó con la joven y luego la mató.
Tomaselli es el autor de uno de los femicidios más brutales, que trascendió incluso las fronteras de La Pampa y que llevó a modificar el Código Penal Argentino.
La historia de Carla es sumamente dolorosa. Cuando era muy pequeña, su padre asesinó a su mamá Cristina. Y Carla -como luego, al repetirse la historia, lo padecería y presenciaría su propio hijo- fue testigo de ese asesinato, cuando tenía 8 meses.
En un abrir y cerrar de ojos, se quedó sin madre y sin padre. Solo le quedó su hermana Soledad Reynoso -hija de Cristina y de su primer esposo-, quien la cuidó desde entonces.
“Sole” era una adolescente y se hizo cargo de la pequeña, junto a su marido. Hoy Soledad es quien cuida a Valentín.
Carla creció junto a su hermana. Fue su figura materna.
Ya con 14 años, Carla se puso de novio con Tomasselli. En 2008 tuvo a Valentín. Pero la relación con el padre era una pesadilla.
En abril de 2010, Carla le dijo a Tomaselli que no quería estar más en pareja con él. Ese día comenzó a tejerse la tragedia.
Tomaselli la esperó en la puerta de uno de sus trabajos y la llevó a un desagüe en General Pico, al que le dicen “La olla”, donde la violó.
Carla, unos días después, contó en un programa de televisión, de espaldas y con capucha, lo que pasó ese día. Dijo que la había apuntado con un cuchillo de cocina y la había hecho bajar de la moto a las piñas, que la había llevado del brazo al lado de una fábrica y que le repetía que la había llevado para matarla. “Me puso el cuchillo cerca de la cara y me dijo ‘sacate la ropa porque yo acá te cago matando y no me importa nada’. Le hice caso, hizo lo que tenía que hacer, fue, prendió un cigarrillo, yo me vestí y me paré. (…) Después vino con el cigarrillo y el cuchillo en la mano, me empujó, me tiró al piso y se me subió encima de la panza. Me decía que yo de ahí no me iba a ir, que él me iba a matar”, contó Carla en el programa. “Me decía ‘qué loco, ¿no? Mirá cómo venís a terminar… de la misma manera que tu mamá’”.
Lo denunció y el abusador fue encarcelado. Luego, sin embargo, la joven firmó el llamado “avenimiento” para perdonar a su violador. Según sostiene la familia a Diario Textual, fue “presionada” por el abogado y la familia de Tomaselli.
Cuatro jueces intervinientes no consintieron el “avenimiento”, pero dos de una instancia superior, del Tribunal de Impugnación Penal, lo permitieron.
Con ese “perdón”, Tomaselli se casó con Carla, salió en libertad y una semana después, en la madrugada del sábado 10 de diciembre de 2011, la mató. Lo hizo delante del hijo de ambos.
Rosana M., la madre de Tomaselli, también estuvo allí. En el juicio, contó sollozando lo que vio cuando su hijo, Marcelo, abrió la puerta y siguió apuñalando a Carla. “Me quedé dormida; me despierta el llanto desgarrador del nene, pensé que se había caído de la cama. Yo empiezo a golpear la puerta y no me abrían, sentía como una señal, que estaba haciendo algo, pero no sabía qué; a ella no la escuché”, recordó. “Yo pateé la puerta -continuó-, me desgarré las dos caderas de tanto patear… Me abre la puerta, sin prender la luz veo a Carla paradita, que me tiraba los brazos y él la seguía apuñalando. El me abre los brazos llenos de sangre, la volvió a acomodar en el piso y le seguía dando”, afirmó. Dijo que alzó al nieto y fue a la cocina, porque pensó que su hijo los iba a matar a los dos.
Por el femicidio de Carla, que trascendió las fronteras de la provincia, se modificó incluso el Código Penal Argentino y se eliminó la figura de “avenimiento”: por votación unánime, el Congreso nacional sancionó la ley que elimina la posibilidad legal de que una víctima otorgue “perdón” a un violador.