Otra noche de descontrol, música alta, baile y gritos hasta pasadas las cuatro de la madrugada, volvieron a soportar anoche vecinos del Lowo Che contiguos a «la quinta de Nelly», escenario de una nueva fiesta privada. Se produjeron discusiones e incidentes entre algunos vecinos molestos que se acercaron a pedir que bajaran la música y parte de la organización, que se negó sistemáticamente. La Policía concurrió en dos oportunidades y también lo hizo personal municipal, aunque la celebración de un supuesto cumpleaños de 15 prosiguió hasta bien entrada la madrugada. Tres nuevas denuncias fueron radicadas anoche en la seccional Quinta de Toay. “Queremos que el Estado tome cartas en el asunto antes que pase una tragedia: esto no se aguanta más”, advirtió uno de los pobladores. Las presentaciones penales de la víspera se sumaron a otras cuatro de los últimos días por idénticos motivos. ¿Qué más necesitan las autoridades municipales de Toay para tomar cartas en el asunto?
La quinta en cuestión está situada en la esquina de Brasita de Fuego y Cotorra, corazón de la zona residencial del mencionado barrio toayense. Pertenecería a un famoso exfutbolista pampeano que hizo todas las divisiones menores en River Plate y luego jugó en distintos clubes del país y hasta del extranjero.
Los problemas comenzaron hace más de un año, cuando presuntamente la propiedad dejó de ser alquilada por una familia para convertirse en un lugar de alquiler para fiestas privadas rentadas, una actividad para la que no contaría con ninguna habilitación. La de anoche, como las anteriores, contó con el servicio de catering de siempre, animador con micrófono en mano y DJ.
A la 1.30, aproximadamente, uno de los frentistas de la zona, cansado de no poder conciliar el sueño, acudió a la quinta, agitando un redoblante y reclamando a los gritos que bajen la música. Pero, lejos de mostrar una actitud comprensiva, integrantes de la organización y asistentes salieron a la calle para increparlo y hasta le partieron un costoso componente de hierro de un instrumento musical que llevaba encima.
El hombre dijo que fue a manifestarse, impulsado también por el sufrimiento de sus dos pequeñas hijas que no podían dormir por la música. “El otro día lanzaron fuegos artificiales estruendosos a la madrugada y mis hijas se despertaron de golpe, asustadas. Bajaron de las camas chocándose las paredes hasta llegar a abrazarme porque se asustaron con semejante ruido y no sabían qué pasaba”, lamentó. “Esto es una zona tranquila, no se pueden hacer este tipo de fiestas sistemáticamente: acá no duermen nadie, incluidos los animales”, añadió.
Un equipo de Diario Textual arribó al lugar y comprobó la alta sonoridad de la música, pese a que en ese momento varios efectivos policiales se encontraban en el lugar convocados por los pobladores. Una vecina de la calle Zorzal, emplazada a una cuadra del lugar en cuestión, le contó a este diario que a las 2.45 se acercó en vano a hablar con la organizadora del cumpleaños para que bajara la música. Más allá de la negativa le hicieron saber que el dueño de la quinta se había acercado a respaldar la continuidad de la fiesta. Pero la acción de la responsable estuvo acompañada y respaldada por sus familiares que, incluso, se burlaron de la solicitud de la vecina. Mientras tanto, la música alta siguió sonando.