La expresidenta de facto boliviana Jeanine Áñez comenzará a ser juzgada este lunes por su decisión de asumir la jefatura del Estado en noviembre de 2019, tras la renuncia obligada de Evo Morales, en un proceso virtual que también alcanza a varios militares que estaban entonces al mando de las fuerzas armadas, y que dividió a la clase dirigente local.
El juicio es el que la prensa boliviana llama “caso Golpe de Estado II”, y es por los presuntos delitos de incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución y las leyes, y la Fiscalía pretende una condena de 10 años de prisión.
Detenida desde hace justo un año, Áñez será juzgada por asumir de manera ilegal la Presidencia del Senado, lo que después le permitió acceder al poder, el 12 de noviembre de 2019, sin cumplir con los preceptos constitucionales y el Reglamento de Debate, según la Fiscalía.
La causa está impulsada por el Ministerio de Justicia, lo que mereció denuncias de parte de la defensa de la exmandataria, que considera que el caso tiene una sentencia ya prescrita.
En el juicio se analizarán también las conductas de Williams Kaliman, excomandante de las Fuerzas Armadas; Flavio Gustavo Arce, exjefe del Estado Mayor; Pastor Mendieta, excomandante del Ejército; y del excomandante de la Policía Yuri Calderón, aunque éste y Kaliman están prófugos.
Los excomandantes Gonzalo Terceros y Palmiro Jarjury, de la Fuerza Aérea y la Armada, respectivamente, que también estaban acusados, se acogieron a un juicio abreviado en el que reconocieron su responsabilidad y recibieron una condena de tres años de cárcel.
Ese paso de estos dos exmilitares parece jugarle en contra a Áñez, porque deja asentado que hubo delito, un punto sobre el que el constitucionalista Israel Quino no duda.
“Un elemento transversal del caso es la confesión delictiva de militares que aceptaron culpabilidad de los delitos de incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución. Esto agrava la situación de Áñez”, evaluó el exdelegado adjunto para la Promoción y Difusión de los Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo en declaraciones a Télam.
El proceso constituye una nueva división entre oficialismo y oposición: el Gobierno no solo respalda el juicio sino que varios legisladores aportaron documentación, y, en cambio, defienden a Áñez los opositores Creemos, Comunidad Ciudadana y el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), encabezado por dirigentes cívicos anti-Morales.
El juicio a Áñez no pudo ser abierto formalmente el 10 de febrero por observaciones de forma de la defensa, se instaló el viernes 18 para esa asunción de culpa de Terceros y Jarjury, y se fijó después el lunes 28 como fecha de inicio.
En el medio, Áñez presentó un nuevo recurso en procura de anular el proceso o cambiar su detención preventiva por arresto domiciliario –iniciativa que fracasó- y llevó adelante una huelga de hambre de casi dos semanas, que levantó por pedido de sus familiares.
La exsenadora está cumpliendo dos arrestos preventivos, dictados separadamente por cada uno de los procesos en que fue dividida la demanda original por el golpe.
Este caso “golpe de Estado II” se complementa con otro por sedición, terrorismo y conspiración, todavía en etapa de investigación, por lo que aún no hay cargos formales. Esa es la causa “golpe de Estado I”.