Se terminó la intentona de Mendoza de hacer la represa hidroeléctrica Portezuelo del Viento. El presidente Alberto Fernández anunció este martes desde General Pico que laudará para que se realice un nuevo estudio de impacto ambiental de la cuenca, un reclamo de La Pampa y otras tres provincias. Con esta decisión, Mendoza -según ha anunciado días atrás- no avanzará con los trabajos y destinará los 1023 millones de dólares en otras obras hídricas.
Es un anuncio de enorme impacto político en Mendoza y La Pampa. En nuestra provincia, la visita presidencial -con esta novedad- significó una victoria para el gobernador Sergio Ziliotto.
Sin embargo, detrás hubo otros eslabones imprescindibles. En principio, Carlos Verna que inició una batalla -administrativa, legal y mediática- en contra de la represa. “Ya nos robaron un río, que no nos roben el Colorado”, repetía hace unos años.
Detrás, se encolumnaron los fiscales de Estado -José Vanini, Hernán Pérez Araujo y ahora Romina Schmidt- para dar sustento a las presentaciones judiciales. También, los ministros y secretarios de Estado.
El oficialismo impulsó la cruzada, sin tibieza, pero también recibió el respaldo de gran parte de los dirigentes opositores. Por supuesto, organizaciones sociales -como la Fundación Chadileuvú y la Asamblea de los Ríos-, junto a autoconvocados, se sumaron e hicieron un trabajo hormiga. Incluso en pueblos ribereños de otras provincias, para alertar sobre los perjuicios que les acarrearía Portezuelo.
Mendoza había pedido un laudo al presidente para pedirle que rechace ese nuevo estudio ambiental. Sin embargo, hoy el jefe de Estado anunció que tomó una decisión contraria. “Las cuatro provincias por donde pase el río Colorado me pidieron que hagamos un estudio de impacto ambiental sobre los efectos que generará Portezuelo del Viento, y yo voy a hacer lugar a eso”, sostuvo, ante el aplauso del gobernador Sergio Ziliotto y otros funcionarios.
“Los ríos no son propiedad de nadie. Son propiedad de los argentinos que la necesitan. Lo que debemos hacer es gestionarlos. ¿Alguien es dueño del agua? No, el agua es de todos”, dijo el presidente.
“Tenemos que tener inteligencia para administrar el agua adecuadamente”, dijo. “Debe llegar al habitante para que pueda tomarla, pero también para
“Con Portezuelo -dijo el presidente- hay una afectación a las aguas del río Colorado. El río Colorado nace en Mendoza y recorre Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires… El río Colorado no es de una provincia, es de toda la Argentina. Eso es algo que todos deberían entender. Lo que puede ser una solución para uno, puede ser un problema para cuatro”, sostuvo. “Por eso habilitaré el estudio de impacto ambiental”, expresó.
Mendoza se había negado terminantemente a un estudio integral de la cuenca del río Colorado para establecer el impacto ambiental que acarrearía Portezuelo. Para la provincia cuyana, alcanzaban con estudios que ya se hicieron, pero que La Pampa tachaba de incompletos y con gruesos errores.
Por eso La Pampa, Neuquén, Río Negro y Buenos Aires, en el ámbito del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco), habían aprobado el 26 de junio de 2020 avanzar con un nuevo estudio de impacto.
Mendoza, en ese momento, había anunciado que iba a pedir un laudo del presidente para rechazar el inicio de ese estudio de impacto. Sin embargo, demoró casi dos años en iniciar el mecanismo del laudo: recién lo hizo este año. Ahora Fernández anunció que rechazará los argumentos mendocinos.
El gobernador cuyano Rodolfo Suárez ya había adelantado que si el presidente laudaba a favor de La Pampa, se caía directamente Portezuelo. Incluso lo confirmó el domingo, en la Asamblea Legislativa. Dijo que la demora para realizar los nuevos estudios -dos años como mínimo- y los costos que implicarían, no justificarían tener el dinero inmovilizado. Entonces, manifestó que buscará realizar otras obras: estarían en carpetas otras represas.
La bomba en el despacho de Suárez se activó pasadas las 14.30 horas de este martes, al escuchar a Fernández. Es decir, se sepultó definitivamente Portezuelo.
La obra se pretendía construir sobre el río Grande, principal tributario del Colorado. Iba a alcanzar los 185 metros de altura, lo que la llevaría a ser una de las más grandes del planeta.
Asimismo, una vez finalizada la construcción, iba a aumentar la superficie de riego para producción agrícola y ganadera, y crearía un nuevo polo turístico.
La Pampa y las otras tres provincias de la cuenca se resistían a esta obra porque, descontaban, afectaría el caudal y la calidad de agua del río Colorado. Además, repetían, con los actuales registros hídricos nunca podrían llenar la represa.