Débora Cortez dice que está cansada. Dice que le han prometido pero que no le han cumplido. Dice, alrededor de una fogata, tener miedo de contar su historia pero que no le queda más opciones. “Tengo miedo de que me saquen a mis hijos. En la municipalidad hablan de los derechos de los niños, pero los abandonaron”, cuenta.
Débora hace tres noches que vive en una casa de troncos, en construcción, en Duval 937 de Santa Rosa (a metros del Club Argentino, en el norte de la ciudad capital). Allí reside un hombre que conoció en una iglesia evangélica.
Anoche Débora durmió en un colchón tirado en el piso. Sus hijos, en otro viejo colchón. El lugar -con ventanas y puertas cubiertas por lonas y telas- no tiene baños: hacen sus necesidades en un tarro de 20 litros.
Débora tiene tres niños: una nena de 11 -que está al cuidado de su abuela paterna- y dos nenes de 6 años y de un año y medio -que están con ella-.
Son las 14 horas y en el terreno hay una fogata, un changuito de bebé, una chapa, tierra, los dos nenes que corren entre la arena, perros y muchas necesidades.
“Estoy pasando por una situación horrible: no tengo dónde vivir con mis dos chicos más chicos. Estoy ahora viviendo de prestada”, repite a Diario Textual.
Hace unos siete meses, se separó del padre del nene de un año. “Desde hace medio año que ando de acá para allá. Primero tuve una casa que me prestaron. Luego, me fui a un hospedaje en la circunvalación (Santiago Marzo)”, cuenta. “Del hotel, al que pagaba con la tarjeta de ayuda, me tuve que ir hace cuatro o cinco días porque la encargada me pedía que los chicos”, relata.
“Me metí en esta casa”, dice. “Pero yo necesito tener mi casa, donde alquilar”, cuenta, entre lágrimas.
La mujer dice que de la intendencia la abandonar. “De la ayuda que me iban a brindar, no me dieron nada. Me prometieron subsidios, me hicieron firmar papeles, para poder pagar el alquiler, pero nada…”, dice. “Yo quiero que me lo depositen de inmediato porque no tengo el dinero para alquilar. Y siempre te piden garantías o meses de adelanto”.
Ahora tampoco recibe alimentos de la intendencia. “En su momento, me daba. Ahora, no porque no tengo domicilio fijo. Eso dicen”, asegura.
“En la municipalidad hablan de los derechos del niño, pero no les importó mis hijos. Me abandonaron”, relata.
A su lado, asiente una vecina, Mariana, que la está ayudando. Son las 14.30 horas y, en medio de la fogata, el frío, el viento y la arena que se mete en los ojos de Débora, le entrega ropa para los nenes.
Débora hace changas: lava autos y limpia casas. “Los chicos iban a la escuela, limpitos, pero ahora no tengo cómo hacer para enviarlos”, dice.
La familia necesita, además, la ayuda de la gente. “Si puden, me vendrían bien pañales y algo de leche”, dice, tímida. También, un colchón, frazadas y ropa.
Por ayudas, su teléfono es el 2954 – 875455. Su vecina Mariana, que la está asistiendo, tiene el teléfono 2302 – 607773.
