Eva Paole, la jubilada que por años luchó por una de las herencias más grandes de La Pampa, murió a los 83 años de edad en la ciudad de General Acha.
En 2012, luego de un proceso legal que duró 13 años, la Justicia pampeana determinó que esta jubilada era la única hija del hacendado Rufino Otero y, por lo tanto, heredera de la mitad de la fortuna de 30 millones de dólares que dejó al morir en 1983. Hubo, desde ese momento, más presentaciones judiciales y, finalmente, Eva acordó por una cifra mucho menor, nunca revelada públicamente.
El juicio comenzó el 2 de agosto de 1999 y, durante el proceso, el cadáver de Otero fue profanado, por lo que se tuvieron que realizar ocho análisis genéticos para determinar si Paole era o no su hija.
La sentencia que la declaró única heredera fue emitida por el Juzgado Civil Nº 5, a cargo de Claudio Soto.
“Estamos contentos. Es una alegría muy grande, saltamos todos los tropiezos que tuvimos”, dijo en su momento Eva Paole. “Esto es una muestra de que no mentíamos”, dijo.
Sin embargo, mientras se denunciaba desde la familia de Paole la venta de bienes, el fallo judicial fue apelado. Finalmente, cansados de litigar, acordaron por una cifra mucho menor a la que les correspondía.
El comentario en Acha
La búsqueda de identidad de Paole comenzó a fines de los ‘90 cuando uno de sus hijos escuchó el rumor de que su mamá podía ser hija del hacendado Rufino Otero en una parrilla del pueblo. “Mirá esos muchachos, qué mal la están pasando. Y lo bien que podrían estar con la plata de Rufino Otero»” fueron las palabras que oyó.
Otero tuvo la fortuna más grande en esa zona de La Pampa. Al morir dejó unas 50.000 hectáreas, inmuebles urbanos, dos aviones y gran cantidad de ganado.
Para poder llegar a la verdad hubo que rastrear la historia de Paole. Su madre, Josefa Paole, trabajaba como empleada doméstica en la casa de los Otero y se convirtió en la amante de su patrón. De esa relación nació Eva, pero su origen se ocultó. Tiempo más tarde, Rufino se casó con una mujer de su misma posición social.
Cadáver robado
En 1999 Eva Paole presentó una demanda de filiación diciendo que era hija de Rufino Otero. Pidió un cotejo de ADN y comenzó el reclamo por la millonaria herencia que había quedado en manos del sobrino del hacendado, Darío Sarasola. En ese momento comenzaron los problemas ya que, al mes, el cuerpo de Rufino Otero fue robado para evitar que se hiciera el ADN y se puso otro cuerpo en su lugar.
Esto se pudo comprobar gracias a que uno de los hijos de Paole un día pasó por el panteón de los Otero y advirtió un fuerte olor y un candado cambiado. Esto fue reportado a un sobrino de Rufino, quien era responsable del cuidado de ese pantéon.
En 1999 un juez penal comprobó que alguien había abierto el cajón de Rufino Otero apenas unos días después de la presentación judicial de Paole. En el cajón de Rufino se encontró un cuerpo desnudo y con cortes, pero el hombre había sido enterrado vestido y no se le había practicado ninguna autopsia. Además, una placa de mármol tenía dos tornillos rotos, y la placa de hierro estaba dañada.
Paole debía demostrar que era hija de Otero, pero no tenía el cadáver para contrastar los ADN. De todos modos, los abogados pidieron un ADN entre Eva Paole y el cadáver que estaba en el féretro de Otero, advirtiendo que daría negativo y esto, en 2003, sucedió y, tal como se esperaba, dio negativo.
En 2006 otro cotejo genético entre ese cadáver y el de los padres de Rufino (Ramón Otero y Justina Portas) descartó vínculo de sangre alguno y así se confirmó el cambio de cadáveres.
Tiempo más tarde se pidió el ADN de la madre de Eva (Josefa Paole) y de la madre de Rufino Otero, Justina Portas. Esos análisis establecieron que Eva Paole era nieta de estos últimos. Los resultados se alcanzaron en enero de 2008.
Para poder llegar a la verdad se determinaron otros cuatro análisis genéticos más. Se analizaron todos los patrones genéticos obtenidos de los restos cadavéricos de los hermanos de Rufino, integrantes de la familia Otero-Portas, y se cotejaron con el patrón genético de Eva Paole: los resultados arrojaron una probabilidad de paternidad acumulada de 99,999. De todas maneras, recién ahora la Justicia falló a su favor.
En 2007 murió Darío Sarasola y fue heredado por su viuda Graciela Cabantoux y sus dos hijos. Poco después se conoció que, entre junio y diciembre de 2006, había vendido unas 26.000 hectáreas a una sociedad anónima desconocida. También vendió siete inmuebles y cuatro campos.
Además, Cabantoux demandó a Eva Paole por fraude procesal, pero fue desestimada por la Justicia.