Por Norberto G. Asquini
El resultado de las elecciones del domingo tuvo algo inapelable: el peronismo mantuvo el invicto de la provincia y estiró su ciclo por 44 años. Pero el escenario que quedó tras la votación merece un análisis político más detallado. Sobre todo las claves del avance opositor.
Hay un vaso medio lleno y un vaso medio vacío para el peronismo pampeano en estas elecciones. En el primero se retuvo la gobernación, la Cámara de Diputados se sigue controlando (en 2015 también tenía 15 legisladores y no pasó sobresaltos), se recuperaron votos que se habían perdido en 2021 y se ganó muy bien en las dos principales ciudades. Todo eso en un contexto económico y político adverso a nivel nacional. De hecho, el resultado pudo haber sido el de 2021, y no lo fue.
Vamos al vaso medio vacío. Y es que pese a la victoria, la nota central fue avance opositor. Este puede tener varias explicaciones, unas macros, otros micros. No hubo un solo factor.
Vamos al macro, al contexto. El Frejupa se quedó con 39 localidades y Juntos por el Cambio con 33. No vamos a contar las juntas vecinales aliadas ni los tres pueblos donde ganó un candidato de Comunidad Organizada que, como indica la historia, en poco tiempo podrían volver al PJ.
Desde la vuelta de la democracia solo hubo un período en el que el PJ quedó en una situación peor (y mejor la oposición) que el actual y fue en 1999 cuando ganó en 38 localidades y la oposición en 33. No podemos obviar las similitudes de contexto con el actual entre el final del gobierno de Carlos Menem con una situación social de recesión y desocupación y una alianza opositora a nivel nacional victoriosa que desalojaba al peronismo (después la historia fue otra).
La actual crisis económica nacional, con inflación galopante y deterioro de la economía familiar, también tuvo su impacto el domingo, aunque la elección fue provincial. Y con un Juntos por el Cambio que huele que en las próximas elecciones pueden volver a la presidencia con algunos de sus candidatos y viene con el impulso de 2021.
Además la mayoría de las localidades que se ganaron están ubicadas en la zona este de la provincia, pegadas al límite con Buenos Aires. Intendente Alvear, Quemú Quemú, Macachín, Doblas, Alpachiri, por nombrar algunas. La zona agropecuaria que resiste al kirchnerismo y es la más opositora al gobierno nacional.
Ahora vamos a las explicaciones micro. En estas elecciones se colaron las internas mal resueltas del peronismo en varios pueblos y se notó algún rechazo del votante a estilos de conducción de intendentes que se manejaron como “patrón de estancia”. Lo que no significa que no haya otros, y que también se los vea en Juntos por el Cambio, donde sobran. En estos se buscó la renovación propuesta por la oposición.
Pero la interna metió la cola. Los resultados en Catriló y Metileo, donde ganó Comunidad Organizada, llevaron a otro sector del peronismo a buscar un sello para competirle al intendente y ganar el municipio. En localidades como Quemú Quemú, las diferencias entre el peronismo y el intendente actual, que llegó por el mismo partido, hicieron mella. Las internas de febrero dejaron heridos como en Quehué donde perdió el candidato por solo cuatro votos, cuando la lista de concejales ganó. Y en algunos lugares donde el candidato se resolvió con listas de “consenso” hizo que los que no estaban de acuerdo con ese acuerdo votaran al candidato de JxC.
Algunos dirigentes también hablan de que es necesaria más política y no solo mostrar gestión. Que es necesaria, pero no suficiente. Dan ejemplos de pueblos que quedaron “cerrados” por intendentes con perfiles políticos como Lonquimay y Uriburu, mientras que otros con obras en marcha no pudieron evitar las fugas y la derrota.
No hubo una sola explicación para explicar la baja performance del PJ en el interior. El contexto económico y político nacional adverso o las internas del peronismo son las más importantes, no las únicas.