Elisa Carrió sumó más tensión en Cambiemos y ahora directamente apuntó contra Mauricio Macri. «Perdí la confianza en el presidente», dijo.
La principal socia política de la coalición gobernante dijo que no está enojada con Macri, sino «desilusionada». Sin embargo, reiteró que va a «garantizar la gobernabilidad», que no se va a ir de Cambiemos y que ella no es como el exvicepresidente Carlos «Chacho» Álvarez.
«Hay un desacuerdo profundo», agregó en diálogo con el diario La Nación para definir el episodio más reciente que la enfrenta con la Casa Rosada: el desplazamiento de tres funcionarios de la AFIP, cuya continuidad ella había reclamado por su activa participación en investigaciones de corrupción contra figuras como Lázaro Báez.
La hipótesis que plantea Carrió es muy delicada. Atribuye a la AFIP falta de voluntad para contribuir con el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli en la investigación de los cuadernos de las coimas, con el fin de proteger a la familia del presidente. «Toda la información de Iecsa (la empresa que dirigía Ángelo Calcaterra , primo de Macri) no se la dan a Bonadio», disparó la líder de la Coalición Cívica, aunque no responsabiliza al titular del ente recaudador, Leandro Cuccioli, que según ella «es un chico bárbaro», sino a directivas políticas superiores.
Carrió habló con el diario La Nación desde Corrientes, adonde fue a participara de la presentación de un libro de la legisladora Mariana Zuvic. Lo hizo después de emitir un tuit que agitó las redes sociales. «Sacar a tres héroes de la AFIP por mi apoyo equivale a aliarse con (Ricardo) Echegaray y su gente», espoleó. Para ella, se trató de una secuencia que se inició con el cruce con el ministro de Justicia, Germán Garavano, y que continuó durante la semana.
Carrió se había reunido con Cuccioli a principio de la semana y había pedido no remover a Horacio Castagnola, Jaime Mecikovsky y Carlos Bo. Pero Cuccioli se juntó con Macri anteayer y los tres funcionarios quedaron afuera. Para Carrió, es la demostración de que Macri tomó la decisión. Pero la AFIP emitió anoche un comunicado en el que explica que el objetivo del cambio fue «promover el ascenso de funcionarios de larga carrera» y que «estas modificaciones no obedecen a ningún condicionamiento político, ni frenan ninguna investigación en marcha». Fue la única respuesta oficial del Gobierno.
Según publicó ayer Perfil, Castagnola, que tenía el cargo de director de la DGI, le hizo llegar a Bonadio un informe sobre movimientos sospechosos de una cuenta bancaria controlada por Iecsa. La misma carpeta le derivó al juez Marcelo Martínez De Giorgi, quien está a cargo de la investigación del soterramiento del Sarmiento.
«Ángelo tiene que declarar más en la causa de los cuadernos. No puede ser que diga algunas cosas, se arrepienta y listo. Su arrepentimiento es incompleto», reclamó Carrió.
Para ella, la verdadera razón de los movimientos en la AFIP es la búsqueda de encubrimiento a Iecsa, a Calcaterra y a Franco Macri, el padre del presidente. Para construir la trama agrega un dato adicional: Jimena de la Torre, subdirectora General de Coordinación Técnica Institucional de la AFIP, una abogada de extrema confianza de Cuccioli, trabajó en el estudio jurídico Tarsitano que, según Carrió estuvo en una UTE con Iecsa y Odebrecht. «Yo vi la documentación», asegura. También disparó contra Marcelo Costa, el hombre que reemplazó a Castagnola, por considerarlo «ligado a Echegaray». Se entiende así el tuit que disparó a la tarde.
Los duros cuestionamientos de Carrió dejan en una situación muy tensa la relación interna dentro de Cambiemos y cuelgan un interrogante sobre su futuro. Sobre todo porque se produce después de una semana en la que hubo otros dos focos de fricción: el cruce con Garavano y la falta de apoyo para que la diputada asumiera en el Congreso en la comisión bicameral de Control del Ministerio Público. Para ella está todo encadenado y ve una intencionalidad detrás que une a un ala del Gobierno con el peronismo y un sector de la Justicia.
«Yo tengo una decisión de vida contra la impunidad, es lo que me empuja cada día, y eso no me lo va a quitar ni el presidente, ni el peronismo, ni el radicalismo, ni nadie», dijo a La Nación.
Aseguró que Macri la hizo llamar durante el fin de semana y ella no lo quiso atender. «Tres veces me llamó Anita, su secretaria. Pero yo no tengo más nada que decir. La decisión de actuar, o no, es de Macri», remarcó. Espera que haya un gesto concreto, no reuniones de conciliación. Pero la agenda parece difícil de cumplir.
«Garavano hace lo que le dice (Marcos) Peña», lo fustigó y de paso también arrastró al jefe de Gabinete. Admitió que extraña a Mario Quintana, quien era su principal contención interna.
Insistió en que la frase del ministro de Justicia sobre que «nunca es bueno que se detenga a un expresidente» no fue ingenua. Entiende que detrás hay una especulación político-electoral para mantener libre a Cristina Kirchner y así favorecerse con una polarización. También que hay una intención por limpiar judicialmente a Menem. «Están queriendo cerrar las causas del menemismo. O ganamos todos juntos la lucha contra la impunidad o pierde el país. Yo no me voy a poner de acuerdo con el PJ», reafirmó. Para ella también hubo una entente con el peronismo para dejarla desairada cuando quiso asumir en la comisión bicameral del Ministerio Público, pero se quedó sin quórum. «¿Cómo puede ser que (Federico) Pinedo no supiera nada? No me dijo nada», sumó otro herido a la lista.