Las nuevas tecnologías, especialmente internet, revolucionaron el mundo de la información y los adolescentes saben cómo aprovechar los beneficios, como por ejemplo comunicarse entre ellos, más allá del lugar de residencia, en forma continua y permanente. Pero detrás de la inmediatez y los múltiples beneficios devenidos de los soportes tecnológicos, nació otra forma humana de relacionarse que anida en la denominada “generación de las pantallas”.
La psicopedagoga Ana Carolina Pérez Olivo aludió al fenómeno al explicar que se trata de una comunicación que eliminó prácticamente las barreras geográficas, por lo que se “encuentra interferida” en los encuentros cara a cara, ya que generalmente son personas que no establecen un diálogo conversacional.
“Les cuesta seguir un hilo conductor, aunque tampoco logran sostener la atención y establecer el contacto ocular”, diagnosticó. “Hablan sin hablarse ni mirarse”, puntualizó. “Mientras intentan un diálogo, al tercero que se interpela se encuentra mediatizado por el uso de la tecnología o hasta incluso quien intenta una charla lo hace mientras interactúa con su propio celular, por ejemplo”.
La especialista que se desempeña en Santa Rosa indicó que la generación digital hace un “gran uso de las redes sociales”, como Instagram, TIK TOK o Facebook, y de las aplicaciones para conversar como los chats de WhatsApp y Messenger. Aseguró que a través de las redes sociales se sienten integrados en un grupo social con el que pueden compartir sus intereses e incluso sus inquietudes. Además, el posible anonimato y la ausencia de contacto visual les permite expresarse y hablar de temas que en una conversación cara a cara les resultaría complejo.
Dijo que los soportes tecnológicos posibilitan el acceso a múltiples recursos de ocio y entretenimiento como blogs, periódicos o revistas online, juegos, películas, series, música, conciertos en directo, etcétera. “Estas formas de ocio también limitan habilidades psicosociales porque no participan o participan poco de actividades recreativas presenciales, como las artísticas, deportivas o culturales”, advirtió la profesional de la salud a Diario Textual.
“Si no lo hicieron en sus infancias, a esta generación le resulta difícil motivarse en estos espacios porque les plantean desafíos que no están preparados o no cuentan con las habilidades necesarias para afrontarlas, por lo que suelen evitarlas”, dijo.
“No desean la exposición por medio al fracaso, la frustración o tener que enfrentarse a problemas para los que no poseen herramientas, ya sea desde el lenguaje o desde el razonamiento”, explicó Pérez Olivo. “No es lo mismo frecuentar redes que encontrarse personalmente con el otro ante un conflicto. Asimismo, tampoco toleran la espera dado que las nuevas tecnologías facilitan todo, privilegiando la inmediatez”, añadió.
De acuerdo a su mirada, los adolescentes son un grupo de población especialmente vulnerable para poder desarrollar conductas de riesgo relacionadas con internet y las nuevas tecnologías. Y eso obedece a su edad, caracterizada por tener dificultades para medir los riesgos, la falsa sensación de invulnerabilidad, la necesidad de socializar y también la necesidad de intimidad.
Un uso excesivo de las nuevas tecnologías genera “múltiples distracciones”. En ese aspecto, explicó que desplazan la atención de las actividades importantes del día a día hacia un uso desmedido de estas tecnologías en detrimento de otras actividades importantes como estudiar, hacer ejercicio, ocio cultural e incluso sociabilizar más de manera presencial con los amigos.
“Se encuentran expuestos a un exceso o sobre exceso de información y no logran discriminar y quedare con la información concreta. Acceden a información inapropiada, no confiable ni verificada, interfiriendo negativamente en la percepción del mundo sociocultural que los rodea. Quedan expuestos a nuevas vías de acoso, ya que se facilita el anonimato y los perfiles falsos”, advirtió.
“Se ha observado que el uso excesivo de las pantallas lleva a los adolescentes a un aislamiento social y por ende a un retraso en el desarrollo de las habilidades sociales. El uso ha creado una gran dependencia, no solo por gratificación y satisfacción de necesidades, sino también para reducir el nivel de ansiedad que le produce al adolescente no utilizarlas: necesitan estar conectados, pero es una conexión que genera desconexión con la realidad no virtual sino concreta”, avisó la licenciada.
Recomendó controlar el uso desmedido de las nuevas TICS, sin suspender ni prohibir, conociendo dónde, cómo y cuánto. “Promover prácticas deportivas, culturales y/o artísticas desde la infancia, para estimular las relaciones presenciales y así desde la infancia los niños y las niñas pueden desarrollar las habilidades y capacidades necesarias para una vinculación y comunicación con pares y adultos sin interferencias”, aconsejó.