Norberto G. Asquini
El peronismo celebró el jueves el Día de la Lealtad. A nivel nacional, el acto que creó más expectativas fue el del gobernador bonaerense Axel Kicillof por la interna abierta que tiene con La Cámpora; a nivel provincial, la sorpresa fueron los dos encuentros paralelos por todo lo que escenificaron.
En la provincia, el peronismo dejó en manos de la CGT, los gremios peronistas, la organización en Santa Rosa y General Pico. Son los representantes de los trabajadores formales, de la base del peronismo que le dio una identidad histórica, hoy un tanto debatible ante los cambios que hubo en el mundo del trabajo.
En Santa Rosa el gobernador Sergio Ziliotto fue el orador principal, y el acto sirvió para ratificar la unidad y respaldar al gobierno ante los ataques del presidente Javier Milei. Ziliotto ratificó el mandato que le dio el peronismo en su discurso. “El camino es la unidad, nos guste o no nos guste”, “tenemos que recuperar un camino e identificar claramente al enemigo” y “dejar las cuestiones personales” porque “nadie puede hacerse el distraído, pero siempre dentro del peronismo”.
La sorpresa de la que hablamos se dio en General Pico: estuvo la intendenta Fernanda Alonso, que jugaba de local, pero también el jefe comunal de Santa Rosa, Luciano Di Nápoli y algunos otros que conforman el grupo de los “no alineados”. Fue una puesta en escena que el intendente de la capital eligiera ese acto y no el de su ciudad. Los actos sirven para demostraciones simbólicas, algunas veces sutiles, otras brutales.
Una manera de diferenciarse
El acto de los intendentes no alineados puede ser mostrado como un desafío, pero fue más una manera de diferenciarse, de mostrarse. A lo Kicillof, ya se lanzaron como posible alternativa para gobernar en 2027. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en Buenos Aires, esta competencia por la próxima candidatura a gobernador no busca la ruptura, es de baja intensidad. En su discurso proclaman la unidad, seguir al gobernador, no muestran un proyecto diferente ni hay crítica abierta a la gestión. Es mostrar las caras posibles, la necesidad de un camino para 2027. No hay tragedia, desborde ni fractura. Todavía queda mucho tiempo para eso. Del otro lado, por supuesto, va a estar el candidato que saldrá del Gobierno provincial y del grueso del resto de los intendentes.
Momentos de mantenerse al margen
El peronismo vive momentos complejos. A nivel nacional quedó fuera del poder, envuelto en internas. Kicillof, enfrentado por La Cámpora, hizo su propio acto. No se independizó del todo de Cristina Fernández, a quien le tiró flores, pero se lanzó prematuramente como presidenciable en 2027 y habló de pensar en superar la etapa actual. La disputa en tierra bonaerense por ahora parece lejana para el peronismo pampeano.
La otra confrontación es por la presidencia del partido a nivel nacional. El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, desafió a Cristina Fernández. Quintela no es un desafío para la figura todavía dominante de Cristina. Pero quedó como marca de la realidad actual el nivel inédito de desafío que le han planteado a la ex mandataria y el clamor hacia su figura algo deshilachado. Quintela, como Kicillof aunque haya bajado el tono, representan un desafío a quien hasta hace poco se seguía considerando conductora excluyente. Es un reto a su figura, a su estilo personalista, a sus lastres –incluso judiciales y acaso de proscripción vía ley– y a una manera de entender el país que parece haber tocado fondo en el naufragio del gobierno de Alberto Fernández y en la emergencia de la ultraderecha mileísta, indica el periodista Marcelo Falak.
En esta pelea por el PJ nacional, el gobernador Ziliotto se mantuvo neutral. Es una disputa que no le conviene a nadie en La Pampa. Comprarse un problema, ajeno y sin beneficio alguno. Una interna que hace ruido porque si se concreta en las urnas siempre alguna herida deja. Pocos son en la provincia los que apoyan a uno y otro sector. Por supuesto que La Cámpora pampeana, desgajada de su pata santarroseña y territorial, atada a la figura de Cristina como fuente de poder, se muestra exultante que la ex presidenta se haga con la titularidad del partido. Quintela recibió algún apoyo por lo bajo: el marinismo juntó avales para su candidatura.
El peronismo pampeano tiene una realidad complicada frente al ajuste y los ataques del gobierno nacional libertario. Por ahora, hay quienes se muestran como alternativa, pero no hay juego de interna explícito. Los ruidos nacionales, tampoco resuenan en la provincia. La pelea está puesta en otro lado.