Una frase, que sin dudas contiene más mensaje que sinceridad, del gobernador Sergio Ziliotto puso en la agenda provincial más elementos de la interna del peronismo local. “En 2027 habré terminado”, dijo el mandatario, aunque a ese escenario le puso anteriormente dos condicionalidades.
Para afuera planteó el objetivo de “dejar a las nuevas generaciones una provincia ordenada”, mientras que hacia dentro de su partido expuso el desafío de “dejarle la provincia a una compañera o a un compañero”.
En tiempos de fuerte avance del individualismo, en Casa de Gobierno leyeron que fue una clara alusión a poner lo colectivo sobre lo personal. Más en tiempos en que su gestión atraviesa nubarrones a partir de planteos de propios y extraños “que discuten sobre el árbol olvidándose del bosque”, como en la misma entrevista lo expuso el propio gobernador.
Esa fuerte y ruidosa definición que dejó no puede, salvo desde la inocencia, dejar de vincularse con dos movidas de sectores internos que quedan enfrente de los dichos de Ziliotto.
Convergencia reclamando la supuesta propiedad de una banca nacional que dicen “les pertenece por historia”.
Casi en paralelo, la aparición de Carlos Verna mostrándose en “un encuentro casual” con un militante y dejando el mensaje de “sigo en carrera”.
Párrafo aparte fue el cimbronazo y desorientación que afectó a la tropa política que sigue al gobernador. Sobraron broncas e insultos.
El manual de la política tradicional seguramente desaprueba este tipo de jugadas tan riesgosas. Pero también es cierto que en política nadie se jubila.
El (mucho) tiempo que falta y las innumerables y variadas circunstancias por venir, modelarán lo que realmente pasará.