El juez federal Sebastián Casanello procesó este lunes a Ariel De Vicentis, el jefe de seguridad de Nordelta acusado de haber facilitado la huida del dueño de la Suizo Argentina Jonathan Kovalivker, investigado en el marco de la causa por las presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). El guardia fue acusado de los delitos de desobediencia, estorbo de acto funcional y encubrimiento.
De Vicentis, que trabaja hace 12 años en la seguridad de Nordelta, fue apuntado por la Justicia por su intervención en la noche del 21 de agosto, cuando la Policía de la Ciudad avanzó con una serie de allanamientos en el barrio cerrado para dar con la familia Kovalivker. Según la investigación, el guardia demoró el ingreso de los uniformados, lo que permitió a uno de los hermanos de la Suizo Argentina huir tras vaciar su caja fuerte. El otro miembro del clan, Emmanuel, fue interceptado mientras escapaba en su auto. Le encontraron 266 mil dólares y 7 millones de pesos en efectivo.
En su fallo, Casanello sostiene que se corroboró que en Nordelta existe “una suerte de protocolo no escrito que exhibe un modus operandi acerca de cómo no colaborar con las fuerzas de seguridad, cualquiera fuera”.
“Se montó un procedimiento obstructivo, cuya eficacia radica principalmente en la demora y la anulación del factor sorpresa”, asevera el magistrado. “Todo debía pasar previamente por el área de Legales, como si se tratara de una suerte de exhorto interjurisdiccional”.
El rol del jefe de seguridad en la huida de Jonathan Kovalivker
De acuerdo a lo que narra el fallo, la Policía de la Ciudad se presentó en la garita exterior de Nordelta para realizar una requisa sorpresa a los hermanos Kovalivker y sacarles sus teléfonos para profundizar la investigación. Por eso, al llegar, los uniformados solicitaron “la colaboración” del vigilador del puesto, que los recibió y les pidió “identificar el lote correspondiente a Jonathan Simón Kovalivker”, ubicado en el barrio de La Isla.
Poco después, el vigilador empezó a recibir llamadas insistentes de quien se identificó como supervisor de seguridad del barrio -De Vicentis- “quien le exigió explicaciones acerca de los motivos de la presencia policial y el contenido de la diligencia en curso”.
Frente al interrogatorio, la Policía de la Ciudad le advirtió al vigilador que no podía mantener esa comunicación, pero este ya había mencionado los nombres de los hermanos Kovalivker a su interlocutor. “Durante el intercambio, el oficial de policía interrumpió la conversación a fin de evitar que se brindara información sensible que pudiera afectar el éxito de la medida, advirtiendo ofuscación en la persona del otro lado de la línea”, cuenta Casanello en el fallo.
Pocos minutos más tarde, a las 0.45 del 22 de agosto, Jonathan Simón Kovalivker huyó del barrio en un Audi S3, “frustrando su requisa”. El jefe de seguridad había cumplido su objetivo.
En ese momento, cuenta el juez, la Policía de la Ciudad insistía frente a la garita para obtener la información sobre el lote de Jonathan Kovalivker. Fue entonces que aparecieron cuatro patrulleros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, «convocados a requerimiento del área de seguridad de Nordelta, bajo la falsa invocación de que ‘personas no identificadas pretendían realizar un procedimiento sin orden judicial».
“Los policías de la bonaerense sólo se retiraron ‘una vez constatada la legalidad de la actuación policial’”, explica el fallo. Así, cuando la Policía de la Ciudad finalmente llegó a la casa de Jonathan Kovalivker, donde solo estaban su mujer y sus hijos.
Según cuenta la investigación, los policías hallaron «rastros de que sus ocupantes fueron puestos sobre aviso»: una caja fuerte abierta y vacía y banditas elásticas en el piso, entre otras señales. A su vez, el personal de seguridad de la garita reveló «un registro telefónico que daba cuenta de una llamada entrante proveniente de un abonado agendado como ‘A. De Vicentis», una prueba que complica al jefe de seguridad de Nordelta.
La versión de De Vicentis
En su declaración indagatoria, De Vicentis no negó su intervención, pero argumentó que él no buscó entorpecer la actuación de la policía. En su relato, el jefe de seguridad afirmó que se enteró gracias a un chat interno de que “personal de la Policía de la Ciudad se encontraba en la guardia del denominado acceso sur y que, en función de ello, por propia iniciativa intentó comunicarse con el supervisor de guardia”.
Según el texto judicial, De Vicentis dijo que ese supervisor le dijo que los policías “no habían exhibido documentación para llevar adelante la manda judicial” y que un comisario había interrumpido la conversación que mantenían. De acuerdo a su declaración, su preocupación consistía en que la Policía de la Ciudad se había llevado al supervisor de una garita a la otra (de la general a la de La Isla) y ese supervisor era el “único responsable de la seguridad del complejo en ese momento”.
De todas maneras, el accionar del jefe de seguridad fue fundamental para permitir el escape de Jonathan Kovalivker, que recién se presentó ante la Justicia días después junto a su abogado para presentar su teléfono, del cual nunca entregó las claves.