Son las 10.05 y la vieja Ford roja, del año ’75, avanza por las calles de la nueva barriada. Lleva un colchón, un caniche, una mesa, tres, cuatro sillas, un ventilador, una mesa, una bici rosa, frazadas, una familia amontonada y un conductor que toca bocina. Se están mudando a la nueva barriada de las 1009 casas sociales que acaba de entregar el Gobierno provincial al este de la ciudad de Santa Rosa. Y Diario Textual estuvo ahí.
María dice que está temblando. Llora y ríe. «Hace 10 años que estaba inscripta y ahora me tocó», dice a Diario Textual. Tiene dos nenas, de 10 y 3 años de edad. «Por fin nos tocó la casita. Con mi pareja alquilábamos y ya se nos iba a 15 mil pesos el alquiler de una casa vieja y con humedad», cuenta.
Natalia, a quien los suyos la conocen como «Pato», no abraza a su nena. La estruja. «Estoy refeliz. En serio. ¿No se nota? Voy a vivir por fin en mi casa con mi nena Ludmila. ¿Qué mas puedo pedir?», pregunta.
«Trabajo en la municipalidad y me anoté en el Ipav ni bien nació mi nena. Ya hace 10 años», cuenta. Se va un segundo. Llegó una amiga. Se abrazan interminables 10 segundos. Lloran.
Abigail va y viene con cajas. La ayudan su hijo de 14 y su padre Omar. La docente acaba de subir la perilla de la luz: la CPE decidió conectar, sin trámite previo, las mil casas. «Son unas casas muy lindas. Tienen todo: cocina, termotanque, calefector, un lindo patio tapialado… Hasta dos baños tienen», dice.
Yanina, quien trabaja cuidando abuelos, hoy recibió las llaves de lo que será su nueva casa. Son las 11.03 y ya está en el barrio. Lo primero que hace es encender la luz con una sonrisa plena que ilumina su rostro y achina sus ojos. Hace nueve años y medio que esperaba este momento. “Me inscribí cuando nació mi nena”, dice emocionada a Diario Textual.
Fernández, en la entrega de las 1009 casas: “No vamos a permitir ciudadanos de segunda”