Son las 17.10 horas del sábado 5, llovizna y en las escalinatas de la Universidad Nacional de La Pampa, en el centro de Santa Rosa, llegan apenas algunas gotas. Un minuto después llega, en sillas de ruedas, Iñaki. Llega también alguien con un cartel que pide “Autocultivo de marihuana medicinal”. Iñaki está sonriendo y rodeado por sus padres, Paola Ruggero y Rodrigo Catalano. Ellos son los dos referentes de la agrupación Cannabis Medicinal La Pampa. Estamos en una de las Marcha Mundial por la Marihuana.
Iñaki padece de epilepsis refractaria. Tenía, hace cuatro años, entre 40 a 50 convulsiones por día. “Eran de promedio dos por hora”, recuerda su padre. Debía tomar medio centenar de pastillas para intentar aliviar las crisis.
Ese combo de medicamentos finalmente fue sustituido por aceite de cannabis. “Ahora son solo una o dos convulsiones por día”, dice Rodrigo a Diario Textual. “Hasta sus 16 años fue un preso químico. Fue un drogado farmacéuticamente. Y nosotros creíamos que iba a estar mejor, pero no. Nos dimos de que la situación se fue agravando. Llegó a tomar unas 40 o 50 pastillas de una medicación y jarabe. Que tal vez tranquilizan algo, pero van destruyendo hígado, estómago, neuronas. Y uno pensaba que la marihuana destruía…”, cuenta a Diario Textual.
El tratamiento de Iñaki con el aceite generado por esta planta maldecida históricamente por el Estado quedó en peligro hace menos de una semana: un grupo de personas ingresó al jardín de la casa de la familia y se robó las dos plantas de marihuana con la que fabricaban artesanalmente el aceite de cannabis. “Nos robaron la salud de Iñaki, pero salimos fortalecidos”, sostiene Paula.
Ya son las 17.30, hay un cartel que clama que “Sin planta no hay medicinal”, perros, una pancarta que dice “Uso cannabis medicinal por mi fibromialgia”, hay unas 250 personas en la manifestación y más perros.
“Lo que estamos pidiendo es que el Estado nos autorice el autocultivo de marihuana. Por lo menos que nos dejen cultivarlo, hasta que ellos puedan investigar y ver cómo empiezan a distribuir el aceite”, dice Rodrigo. “Si esperamos la burocracia, se nos muere Iñaki y tantos otros que tienen esta enfermedad u otras”.
El año pasado se autorizó el uso del cannabis medicinal, pero no el autocultivo para proveerse del aceite. “Lo que en definitiva se aprobó es que el Conicet puede investigar el uso medicinal de la marihuana, el Inta puede cultivar la planta y Salud distribuir el aceite. También se aprobó la importación de un aceite, pero solo para los casos de epilepsia refractaria. Creemos que no se debe autorizar para solo esos casos y creemos ese aceite no es efectivo al 100 por ciento porque acá lo que funciona es la planta”, dice.
Rodrigo estima que hay unas 300 familias que autocultivan en la provincia, con fines medicinales. “Por día, recibimos al menos unas 10 consultas”, sostiene.
-¿Cuál fue la respuesta de la gente luego de conocerse el robo que sufrieron días atrás?
-Recibimos muchísima solidaridad y, la verdad, salimos muy fortalecidos. En vez de hundirnos, nos fortaleció. Nos llamaron y se contactaron cannabicultores de Esquel, de Rosario, de Río Cuarto, de Buenos Aires, que ofrecieron flores, aceite y hasta sus jardines para cultivar.
-A partir de lo que pasaron, ¿se contactó algún político o autoridad del Estado?
-No. Nadie. Bueno, el único que se acercó fue (el exdiputado) Juan Carlos Passo. Anoche me llamó. La verdad, me sorprendió para bien.