Por Rodolfo Gigena
Tenía varias excusas para volver a mi querido Club Estudiantes. Los 90 años de su creación, 12 de agosto de 1929, la inauguración de piso de parquet del gimnasio, el clásico en básquet Estudiantes-All Boys, el retorno de “Manu” Carrizo, pero en una rápida mirada vi las modificaciones que se fueron haciendo a lo largo de tantos años y uno no puede dejar de recordar vivencias en una institución que formó y continúa haciéndolo a muchos jóvenes.
Me siento parte de su historia como tantos jóvenes que en un momento trabajó mucho para el club. Teníamos la cancha de básquet al aire libre, con su piso de asfalto, la cancha de fútbol para siete jugadores, tenis y bochas y, en el sueño de todos, la construcción del gimnasio, que se concretó un 12 de agosto de 1970. Recuerdo que se jugó un cuadrangular de básquet. Eso sí, con piso de de baldosa.
El presidente en ese entonces era Raúl Heraldo Gallo, el club cumplía 41 años, y entre otros conceptos recordaba a quienes crearon la entidad. “Así fue creciendo Estudiantes, así fue plasmando su historia con la profundidad y templanza que da el amor, la modestia, la garra, cada centímetro de este predio es testigo de los proyectos, sacrificios, esperanzas y desvelos de los hombres y mujeres que se brindaron en estos 41 años”, decía en su momento. «Este gimnasio que hoy inauguramos, monumental por su estructura y capacidad, que se ha convertido ya en un centro deportivo, social y cultural, al servicio de todas las instituciones educacionales y deportivas del medio, y en modo especial, al servicio de la juventud que es la que pondrá el calor que no le da el cemento”, contaba, según los párrafos extraídos de la edición de La Arena del viernes 14 de agosto de 1970, hoja que conservo en mis recuerdos.
Integré una generación de jugadores de básquet en categoría juvenil que no se destacaba por su altura, pero eramos respetados y obteníamos buenos triunfos, Norberto “Negro” Fuertes, (un buen jugador que por razones de estudios estuvo ausente varios años), Carlos Fernández Mendia, Ramón Nuñez, Hugo Pedro, Oscar Ruggero, Juan Carlos Roveda, Santiago Álvarez, Rubén “Pandeleche” García, René Milanesse, Roberto Zamudio, Horacio “Perita” García, Héctor Battistoni que empezaba a aparecer ya con otra generación, donde estaban Luis y Julio Ibañez, Raúl Carrizo, Carlos Crespo, Julio Tamborini, León Nicanoff, Roberto Nevares, entre otros. Seguro que me olvide de algunos compañeros, la memoria puede fallar, ¿o no?
Tuve la suerte, como algunos de mi generación de jugar en primera, en Estudiantes, Belgrano y Fortín Roca, a pesar de mis 1,64 de altura, integrar la preselección santarroseña en Juvenil, y estar con la “celeste” en el Torneo Mayor de La Pampa, cuatro equipos de Santa Rosa, Estudiantes, All Boys, Santa Rosa y Belgrano y por General Pico, Independiente, Pico Foot Ball Club, Costa Brava y Cultural Argentino.
Integrábamos el equipo con jugadores de muy buen nivel técnico algunos ya jugaban los últimos partidos, como “Monzo” Rodil, Orlando Rodil y Benjamín “Toto” Funes, pero seguían vigentes Oscar Nuñez, Agustín Pérez Issa, Juan Carlos Gavazza, Horacio Gonzalez, los hermanos Aliaga, Petrelli, Bragulat, etc.
Recuerdo también la participación de la mujer en pelota al cesto. Grandes jugadoras que siempre les dieron satisfacciones al club, las hermanas Yorgoban, mi amiga Betty Rapanelli, Meri Evangelista, Perrotta, Sandra Paini, Marcela Moya, Soledad Martín, Mónica Nevares, Marilyn Ichoust, Estela Bertera, Julia Allende, Makela Feraldo, Liliana Morales, Alicia Breton, Zoraida Parada, Stella Maris Colla, etc. Siempre acompañadas por un gran entrenador el “Zurdo” Nuñez. Algunas veces jugábamos contra ellas, porque decían que eso les daba más agilidad. Lindos momentos eran esos dias.
También el fútbol estaba presente en el club. Se jugaba en primera y la cancha estaba ubicada donde hoy se encuentra el Barrio Calfucurá. Grandes jugadores pasaron por los equipos celestes en sus distintas etapas, incluso ganaron campeonatos, Héctor Urquiza, Paloma, Andragnez, Barrachia, Roston, Bruno Rovito, Santajuliana, Gavazza, Nelson David Festa y tantos otros que escapan a mi memoria. A muy pocos vi jugar, pero esos nombres aparecían de los recuerdos y anécdotas en las charlas que se hacían en la cantina. Luego de mi paso por All Boys jugue en la cuarta, la única y última categoría que tuvo el club en su incursión en el fútbol.
El club a lo largo de su historia recibió a grandes equipos y jugadores de nivel nacional, compartí dos momentos inolvidables, la presencia de Alberto “Mago” Cabrera, uno de los mejores jugadores del básquet argentino, jugaba en Estudiantes de Bahía Blanca, figura del seleccionado nacional, y además a Guillermo Vilas, que vino a dar charlas de tenis y nos dejo enseñanzas en un deporte que lo tuvo en lo mas alto en los planos nacional e internacional.
Tuve el placer de jugar al tenis de mesa con él y con el recordado Honorio Romero y mi amigo Rubén Ordoñez, ambos en silla de ruedas, pero muy buenos en el antiguo “ping pong”. Nos enfrentamos en el viejo gimnasio de Luis Romero, frente a la Escuela Nº 1 Domingo Faustino Sarmiento.
Para recaudar fondos se hacían bailes, vinieron grupos musicales que estaban en la “onda” del momento “Trocha Angosta”, “Safari”, “Los Pasteles Verdes” y nosotros íbamos a buscar sillas. Creo, si la memoria no me falla, las traíamos de Belgrano.
También aparecían pensamientos y reflexiones sobre la importancia del club de barrio, Santiago Álvarez, León Nicanoff, Angel Gavazza, Raúl González, Raúl Gallo, entre otros, quienes supieron transmitir la pertenencia a una comunidad, a una camiseta, la contención social que significaba para los jóvenes, donde ya decían que era una manera de alejarlos de los riesgos de la calle, hoy estas frases siguen vigentes. Siempre alguien nos recordaba las expresiones de ellos.
Y en esta noche de básquet, viernes 9 de agosto, cuando llegue temprano me instale en una tribuna, casi solo, la nostalgia se hizo presente, tenia la esperanza de ver a mis amigos de barrio, no los vi, quizás se fueron a vivir a otros lugares, hoy algunos no están presentes físicamente, un poco de tristeza me invadió.
El periodismo me hizo observador, vi como se instalaban en un lado los locales y en el otro la visita, cánticos, gritos de aliento, sonrisas, enojos, mates, conocidos que se encontraban y yo allí con un amigo y periodista, Mario Vega, que me decía de básquet “no se nada” y pedía por momentos porque no se cobraba “orsay” y no había tarjetas amarillas o rojas, con humor, porque por lo bajo me decía que algo entendía. No opinaron igual Claudio Dezeo y Fabricio Koller. En otros lugares estratégicos los fotógrafos y camarógrafos y mezclados con el público los periodistas que harían luego sus comentarios.
Ah, ganó All Boys, por su experiencia, su tranquilidad en los últimos minutos, el celeste hizo una buena labor, pero para mi el resultado no era lo importante, más allá de la alegría de los dirigidos por Juan Cruz Gavazza y la frustración de los celestes. Fue vivir una noche de nostalgia, de recuerdos, de mirar un gimnasio que uno vio como se ponían los primeros ladrillos, entonces las imágenes pasaron por mi mente muy rápidas, emociones difíciles de describir y haber vivido un pasado que nunca volverá.
Felices 90 años Club Estudiantes.
