El principal atractivo turístico de Jacksonville -«Jax», como la llaman los locales en el estado de Florida- son sus playas ideales para aprender surf. Pero a María de los Ángeles Garayalde Gamboa le atraía otro aspecto de esa ciudad que se promociona por su población joven y moderna: la Clínica Mayo, una de las más prestigiosa del mundo en su especialidad.
María de los Ángeles es de la localidad pampeana de Bernardo Larroudé y endocrinóloga del Hospital Británico de la Ciudad de Buenos Aires. «Su sueño de toda la vida era capacitarse en esa clínica», contó Mariano Conti, su marido, a TN.com.ar. Ambos están varados en la prometedora «Jax» hace 45 días.
No pueden regresar al país porque es muy difícil conseguir lugar en los pocos vuelos que salen desde Estados Unidos con repatriados. Los de mayo ya están todos ocupados.
La pareja llegó a Estados Unidos, vía Los Ángeles, el 15 de febrero pasado, cuando el coronavirus parecía una amenaza todavía muy lejana. Recién el 11 de marzo la OMS le dio al virus categoría de pandemia.
La historia comenzó mucho antes. La médica es de Bernardo Larroudé y, Mariano, de Buchardo, al sur de Córdoba. Dos pueblos vecinos.
«Fue largo el proceso por el que yo llegué acá. Sabía que quería ser endocrinóloga desde antes de terminar la carrera. Hice cuatro años de medicina interna, las residencias son muy duras, por esa razón me dediqué otros dos años a la clínica en mi pueblo. Luego, logré entrar al Británico con mi especialidad. Uno de mis anhelos más grandes era poder conocer la realidad en un centro reconocido a nivel mundial, como la Mayo Clinic», sostuvo María de los Ángeles.
Para la médica, la capacitación «es algo fundamental» en la medicina. «Quise tener esta experiencia con la intención de ser la mejor especialista que pueda ser para mi pueblo, para mí gente, para la Argentina», agregó.
«Hace tres años nos fuimos a Capital Federal para formarnos, con la intención futura de poder regresar y dar lo mejor de nosotros a nuestros pueblos de origen. Siempre quise volver a La Pampa, nací en La Plata, pero me identifico como pampeana y es donde quiero desarrollar mi especialidad», aseguró.
«Uno no está acá porque sí, por disfrutar. Uno tiene proyectos. Fue muy difícil conseguir estar acá, tuve que trabajar muchísimo, fue un gran esfuerzo. Lamentablemente por el coronavirus no lo pude concluir de la manera que quería, no lo pude concretar. Encima ahora varada acá, sin poder regresar», se lamentó la endocrinóloga.
La especialista integra el grupo de los 38 profesionales de la salud varados en Miami. «Con cartas enviadas y con respuestas sin soluciones, nadie nos escucha, somos totalmente invisibles», se quejó su marido en un mensaje público.
Mariano es asesor inmobiliario. Decidieron emprender el viaje cuando los planetas se alinearon. «Estuvimos ahorrando durante tres años para poder hacer este viaje, y sincronizar las fechas de nuestras especialidades. Mi fecha de regreso era el 26 de marzo, la fecha de regreso de ella era el 3 de mayo», explicó.
«Llegamos a Jacksonville el 29 de febrero y el 1º de marzo comenzó con la rotación», siguió. El 16 de ese mes llegó la peor noticia: les cancelaron ambos vuelos.
El sanatorio les entregó una lista de personas que podrían alojarlos en su hogar. Finalmente, fueron recibidos por Bárbara McLaughlin y Bruce Weaver, de 71 y 70 años. «No era la casa más cercana, pero sí la menos costosa: pagamos 1500 dólares por mes», agregó.
El matrimonio sufrió un accidente hace unos seis meses y Bárbara tuvo una colostomia, es diabética e hipertensa. Le sacaron una parte del intestino y los inquilinos deben ser muy cuidadosos para evitar infectarse con COVID-19 y, así, contagiarla.
El dueño de casa, por su edad y con discapacidad motora, también está dentro del grupo de riesgo. El matrimonio debió rentar su casa a los argentinos para solventar los gastos médicos.
«Acá abrieron los restaurantes, tiendas de ropa y playas. Casi todo, menos los bares. No hay aislamiento, cada uno lo hace si quiere o no. En los supermercados nadie usa barbijos», relató. En Duval, el condado al que pertenece Jax, se registraron 990 casos y 19 muertes.
El día a día, a veces, es tenso. «Apenas abrimos los ojos chequeamos los correos electrónicos para ver si nos llegó el link con el código para pagar el pasaje. Cuando se habilita un nuevo vuelo, Cancillería argentina les hace llegar una lista con nuestro datos y ellos nos contactan», relató Mariano.
«Después desayunamos y nos ponemos a escribir en los grupos de varados a darles fuerzas y buscar toda info de todos los medios que pueda sumar; llamamos al consulado, preguntamos si hay noticias y hablamos con nuestros familiares«, contó.
No tienen respuesta de las autoridades. «No tuvimos respuesta del Gobierno, en el consulado de Miami nos piden que tengamos paciencia, ya casi no contestan las llamadas», relató.
«Sentimos tantas cosas que es muy difícil expresarlas. Sentimos que nos abandonaron, que tenemos derecho a volver porque somos argentinos. El resto de los países hacen hasta lo imposible por sus compatriotas. En la Argentina no toman dimensión de la cantidad de personas que estamos varadas», se lamentó Mariano.
«Después de dos meses en esta situación todos somos vulnerables. Salen aviones vacíos hacia Argentina a buscar estadounidenses. La compañía aérea nos dice que ellos no pueden hacer nada, que les encantaría poder llevarnos pero no se le permiten. ¿Sabes la impotencia que te da eso?», cerró el cordobés.