Por Miguel Demateis (*)
Las sociedades modernas desde hace muchos años atrás vienen impulsando y generando ámbitos y espacios de participación para poder avanzar en la resolución de conflictos e intereses sectoriales.
Al calor de los organismos internacionales (orientados por intereses de las naciones más poderosas del planeta) se intenta frenar los “daños colaterales del consumo”, y entre ellos los que provocan sobre el medio ambiente.
El capitalismo no da treguas, sin límites de ninguna clase vemos su alto grado de descomposición en cada una de las naciones que lo aplican con fervorosa pasión.
El sistema financiero sin escrúpulos arrasa con toda la renta posible y las empresas son cooptadas y captadas sometiéndolas a sus reglas de juego.
El medio ambiente y sus ecosistemas están en la mira desde la Segunda Guerra Mundial a esta parte.
Vemos como se desmonta y se arrasa con bosques y especies nativas con la consecuente pérdida de biodiversidad.
Los suelos desprovistos de su cobertura vegetal se erosionan, provocando desertización y pobreza ante la ausencia de espacios para la siembra y generación de materias primas y alimentos.
Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para el 2030 dicen que debemos terminar con la pobreza. ¿Será así?
Aplicación de paquetes tecnológicos para aumentar la productividad en el sector agrícola-ganadero dejando un pasivo ambiental que ya muestra consecuencias en la salud de la población y en el medio ambiente.
Intentos por quedarse con los recursos ambientales de todos.
El suelo y el agua los desvela.
En ellos, muchas veces aparece con claridad la dimensión ambiental para apropiarse y adueñarse de los ejes de un debate donde la correlación de fuerzas es desigual.
Las ONG’s, pueblos y vecinos afrontando luchas épicas para conservar y preservar nuestro único medio ambiente.-
Apropiarse siempre fue la idea, hoy lo hacen sin ponerse colorados.
En nuestro territorio también pasan cosas, hace mucho tiempo que peleamos por las aguas que nos corresponden.
Vemos como se degrada el suelo en el oeste pampeano.
El poder de aquellos que se sienten omnipotentes y ganadores de batallas sin batallas.
Hoy observamos cómo impacta en nuestro espacio territorial el manejo inadecuado de los recursos ambientales que hacen los poderosos del sistema.
Es cierto, es muy probable, que las variables climáticas incidan notablemente en el cambio climático pero los pampeanos sabemos que no se trata de ello.
Ya lo expresaba el expresidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Dr. Ricardo Lorenzetti en «Catástrofes ambientales, desafío mayor»: «Las nefastas implicancias que tienen las catástrofes naturales para la población afectada, haciendo hincapié en el costo de la reconstrucción y lo que ello supone para la economía en su conjunto. Asocia la virulencia de esos acontecimientos, en comparación con los que se daban anteriormente, con la intervención del hombre. Habla de una naturaleza que va perdiendo su equilibrio”.
Lo extraño, o no tanto, es que desde el año 1983 a esta parte se han generado numerosos espacios de participación (consejos, organismos técnicos, comisiones, tratados, acuerdos, etc.) avalados todos por instrumentos legales de avanzada.
Muchas herramientas, poca empatía y escasa o nula solidaridad ambiental.
Como dijo nuestro actual Presidente, la pandemia nos dejará otro mundo, otro país y deberemos saber capitalizarlo con verdaderas prácticas sustentables para un desarrollo armónico.
Hoy, justo hoy, en el Día del Medio Ambiente, nos visita el Presidente de la Nación Dr. Alberto Fernandez y como canta Joan Manuel Serrat hoy puede ser un gran día.
Más de 70 años han pasado y seguimos esperando por nuestras aguas del río Atuel.
Le pedimos que nos ayude a que los ríos vuelvan a correr libremente por sus cauces.
Basta de aportes económicos para mega proyectos que dañen los ecosistemas naturales.
Que se termine esta idea de que La Pampa es un depósito o reservorio de sales de los poderosos.
Hay un camino posible, si comprendemos que somos una parte mínima del todo, y no el todo.
Si asumimos que no debemos dañarnos más porque ya es sabido y quedó absolutamente demostrado que no estamos solos en este mundo. En 90 días un virus nos puso en jaque a toda la humanidad.
El rol del Estado y la educación serán la clave para comenzar a cumplir con los objetivos y pautas de los tratados, acuerdos y manifiestos que tan bellamente fueron escritos por los especialistas y expertos.
(*) Integrante de la Secretaría de Recursos Hídricos de La Pampa