Javier Piorno, jefe del servicio de Enfermería de Clínica Médica y del Centro Emergente de Asistencia Respiratoria (CEAR) de Santa Rosa, pide volver a la trinchera contra el coronavirus. “Mis compañeros están agotados y lo que más me duele es no estar con ellos. Ojalá que sea pronto…”, dice este enfermero de 22 años de trayectoria que en octubre de 2020 se contagió de coronavirus en su trabajo, pasó tres meses de internación -la mayoría con respiración mecánica– y sorteó, incluso, dos paros cardíacos.
“Estamos mejor preparados que al inicio de la pandemia, pero es cierto que estamos muy agotados”, cuenta a Radio Textual (LU 33). “Mis compañeros no dan más. Mucho trabajo y repitiendo guardias. Esto tiene que ver con que el recurso humano es escaso porque ha aumentado considerablemente el número de pacientes. Por más que hay más enfermeros que se han recibido, parece que nunca alcanzan”, agrega.
Javier Piorno se contagió de covid en octubre del año pasado. “Fue trabajando. Nos habían llegado pacientes de 25 de Mayo. Me acuerdo… Coloqué un introvenoso y, por la tos del paciente, me contagié. Me internaron el 11 de octubre. Estuve con asistencia respiratoria durante 59 días, con dos paradas respiratorias. Al final fueron tres meses de internación. Perdí 30 kilos de masa muscular, no me podía levantar y, por la traqueotomía, tampoco hablar. Hace solo dos meses y medio que pude volver a caminar”, dice.
No tiene palabras de agradecimiento para sus compañeros. “Un día, Natalia Fernández -jefa de Terapia Intensiva del CEAR- me dijo que me tenía que intubar. ‘Mirá Gordo, yo te voy a intubar’, me dijo. ‘Cuando te despiertes, yo te prometo que voy a estar acá’… Yo no quería, pero se me apagó todo y, cuando desperté, 59 días después, había varias personas alrededor y reconocí la voz de Naty… Cumplió”, cuenta, emocionado.
Dice que, pese a los dos paros, no le quedaron mayores secuelas. “Tiene que ver con el accionar de los médicos y enfermeros del sistema de salud, que estuvieron siempre ahí y reaccionaron rápidamente”, sostiene.
“Si por mi fuera, volvería ya a trabajar con los compañeros. Creo que tiene que ver con la vocación que tenemos”, dice.
A su vez, defiende la nueva cuarentena estricta. “Entramos en un cuello de botella, en el cual nos quedamos sin opciones y no por culpa del gobierno. El manejo de La Pampa ha sido excepcionalmente bueno. Se veía venir que la situación no daba para más. La medida que tomó es sumamente necesaria. El personal sanitario necesita oxígeno, que los contagios disminuyan. Entiendo a la gente que necesita el peso diario, pero creo que nada de nada reemplaza las vidas”, expresa.
“El virus es muy voraz y hay que ponerle un freno. En las últimas horas tenemos la muerte de una chica de 31 años… Lamentablemente se está llevando a mucha gente joven”, sostuvo.
Dice que es “muy triste” la situación en los centros de salud, abarrotados de pacientes. “Es muy real esa frase que se ve a diario: ‘Mientras los muertos no sean tus muertos, no vas a entender qué está pasando’«.