Desde tiempos inmemorables, los juegos de azar han ofrecido a millones de personas horas incontables de entretenimiento, siendo este un fenómeno que se ha prolongado en el tiempo y ha llegado a nuestros días. Es cierto que las formas han cambiado con el paso de los años, aunque algunas han perdurado en el tiempo. En el caso de España, juegos como la brisca, el tute o el mus, han mostrado hegemonía en todas las reuniones de amigos que se preciaran.
Poco a poco, a la Península Ibérica han ido llegando nuevos juegos de naipes procedentes de otros lugares del planeta. Sin duda, el póker con origen americano es el que se ha instaurado y ha sustituido a los tradicionales anteriormente señalados.
Al igual que ocurre en España, Argentina ha vivido un fenómeno más o menos similar que sus hermanos de lengua. Este cambio de hábitos en cuanto a los naipes y los juegos de azar se refiere, se ha visto acrecentado con la implantación de un nuevo modelo de negocio en el que los productos interactivos priman sobre el resto.
No se deben pasar por alto tampoco los problemas puntuales que pueden surgir en ciertas personas como consecuencia del uso excesivo de este tipo de ocio. Se estima que un 2% del total de los jugadores presenta algún síntoma incompatible con la actividad y que convendría que pusiese fin a su relación con esta forma de entretenimiento. En este porcentaje se engloba al público con patologías ante todo tipos de juegos de esta naturaleza, incluida la lotería nacional, una expresión muy asidua especialmente en determinadas épocas del año.
Por todos es conocido el impacto que tiene en España la Lotería de Navidad, ya que se ha instaurado la opinión dentro de la población que ese no es un juego, sino más bien una tradición que permite tener viva la relación con amigos y conocidos mediante el intercambio de números y participaciones.
Esta expresión será una de las únicas que no ha sufrido mucho impacto como consecuencia de las nuevas tecnologías. Cada año se venden miles de boletos en papel, guardando cada uno como oro en paño, y teniendo la ilusión de que la suerte les sonría con una de las celebraciones de apuestas más esperadas del año. Es probable que esto permanezca inalterado también en las próximas décadas.