Por Sergio Romano
En el campamento del Frente de Todos creen que aún es posible revertir los números de las PASO y vencer a Juntos por el Cambio. Es difícil pero no imposible, repiten. Por supuesto, hay algunos más optimistas y otros más pesimistas.
El frente encabezado por el peronismo analiza que podrá revertir el resultado en Santa Rosa, pero imposible -al menos por ahora- salir victorioso en General Pico.
La apuesta es seguir consolidando la campaña en Santa Rosa y tratar de achicar, lo máximo posible, los números en la segunda ciudad de la provincia. En ese marco, buena parte de la suerte del frente quedará supeditado al «poroteo» en los pueblos.
Una victoria le permitirá al FdeT mantener cuatro legisladores nacionales -dos senadores y dos diputados-. Un resultado adverso, les hará perder dos legisladores en manos de la coalición opositora.
Pico es el gran dolor de cabeza, con una interna vernista descarnada y desembozada, aunque intentan guardar las formas, dan la orden de no hacer muchas olas y la mayoría de los medios mira para otro lado.
La campaña está en manos de la intendenta Fernanda Alonso. Responde -o, mejor, respondía- al exgobernador y jefe de la Plural, Carlos Verna, pero los soldados ultravernistas -esos que, en su mayoría, han perdido poder y se han quedado fuera del Gobierno de Sergio Ziliotto- guardaron sus armas y decidieron mirar la batalla desde afuera.
En la ciudad norteña el peronismo quedó abajo por 7 mil votos en las PASO del 12 de septiembre. La tarea de Alonso es muy compleja: gobernar, atajar las problemáticas sociales de los más afectados por la pandemia, salir a cazar el voto que se escapó hace poco más de un mes y lidiar con la interna. Encima, ninguno de los principales candidatos o candidatas de Todos es de Pico.
Verna -quien por cuestiones de salud se bajó de una posible postulación- no apareció aún en la campaña y no hay ninguna señal por ahora de que saldrá a la cancha.
Ziliotto y el candidato a senador nacional Daniel Bensusán dicen que es el «conductor», pero el exgobernador se mantiene en silencio y se incrementan las especulaciones en la tropa peronista. ¿Enojo con la estrategia Ziliotto, cobro de viejas deudas políticas con Cristina Fernández o ambas?
Los incondicionales de Verna, en tanto, hacen la plancha y se desligan de la campaña. Es jugar con fuego: en el búnker de «El Barba», equivocados o no, consideran que las esquirlas de una eventual derrota no los rozará.
En tanto, Sergio Ziliotto le dedica elogios, de vez en cuando, al líder de la línea Plural en sus discursos de recorrida por diferentes lugares de la provincia.
En Santa Rosa, el panorama es diferente: el peronismo comenzó a mover sus músculos y se disimulan las rispideces.
El intendente Luciano di Nápoli está al frente y fuertemente acompañado por dirigentes de las otras líneas, en búsqueda del voto perdido.
Es cierto que cada sector cuida su quintita y, por lo general, las recorridas por los barrios se coordinan por separado, pero saben que “el adversario” es JxC.
En los pueblos, la orden de Ziliotto y su comando de campaña es el mismo: salir a militar cara a cara.
Los intendentes y referentes locales están cumpliendo. Cuando faltan unos 25 días para las elecciones, creen en el peronismo que mejorarán sus números en la mayoría de los pueblos. Por caso, mencionan que descontarán puntos en Intendente Alvear, Victorica y hasta Eduardo Castex.
El peronismo se recuesta en las ayudas e incentivos de Casa Rosada, los anuncios de decenas de obras públicas, las medidas focalizadas al sector rural, las visitas de ministros nacionales y la militancia y “mística” peronista por las barriadas. La campaña es voto a voto y casa por casa.