Estados Unidos, con 900.000 fallecidos confirmados por covid-19, es el país del mundo con mayor mortalidad causada por la pandemia, y también el primero en el número de contagios, que supera ya los 76 millones, la cifra más alta, seguida por la India y Brasil.
A pesar de estos datos sombríos, el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró que «las vacunas y las dosis de refuerzo han demostrado ser increíblemente efectivas, y ofrecen el mayor nivel de protección», quien añadió que gracias a las inoculaciones se han salvado más de un millón de vidas en el país.
El promedio semanal de nuevos casos en Estados Unidos ha bajado de los casi 790.000 del pasado 12 de enero a alrededor de 378.000 este miércoles 2 de febrero, según los últimos datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés). Sin embargo, los casos siguen mucho más altos en el país que antes de que llegara la variante ómicron: a principios de diciembre, el promedio semanal de nuevos contagios rondaba los 100.000.
Por lo que respecta a la tendencia actual en las muertes es al alza, con un promedio semanal es de 2.400, el doble que a mediados de diciembre, según los CDC. Ese auge preocupa a los expertos porque es mucho más pronunciado que en otros países desarrollados: los estadounidenses mueren ahora por covid-19 a un ritmo diario que casi duplica el de los británicos y cuatriplica el de los alemanes, señaló esta semana un análisis de The New York Times.
En todos esos países hay más ciudadanos vacunados y con dosis de refuerzo que en Estados Unidos, donde apenas el 64 % de la población está inmunizada con dos dosis y solo el 42 % de los que podían ponerse una tercera dosis lo han hecho, de acuerdo con los CDC.