Carlos Robledo Puch, quien ya cumplió medio siglo tras las rejas, pasa sus días en soledad, leyendo la Biblia y jugando al ajedrez con otros internos del penal de Lisandro Olmos, una cárcel de régimen de detención semiabierto cercana a La Plata, donde permanece detenido con su salud deteriorada.
«Pasa sus días jugando al ajedrez y rezando. Es católico practicante de la orden marianista. Él mata el tiempo», informó a Télam una fuente judicial cercana al «Ángel de la Muerte», quien añadió que «no se sumó a ninguna actividad educativa ni laboral» y que «no recibe visitas de familiares ni allegados» dentro del penal.
En cuanto a su estado de salud, Robledo Puch sufre asma y EPOC, a la vez que tiene problemas de movilidad y «no quiere recibir tratamiento psicológico», precisaron los voceros.
La cárcel donde está alojado tiene un régimen semiabierto, la cual no tiene muros sino un alambrado perimetral y aloja internos que no cumplen condenas por delitos graves o están próximos a recuperar la libertad, donde en su mayoría los presos superan los 60 años.
Según las fuentes, Robledo Puch tiene allí una rutina constante, la cual replica todos los días: se levanta a las 8.30 y a las 9 sale a caminar por el patio del pabellón.
Luego se dirige a la cocina para desayunar y antes del almuerzo se dedica a limpiar la celda y acomodar sus prendas de vestir.
Al mediodía almuerza y después regresa a la celda para descansar, donde suele tomar una siesta hasta las 15.
Tras ello, se levanta y se encuentra en el salón de usos múltiples con otros internos con los que juega al ajedrez y al dominó.
Finalmente, su jornada culmina con la cena a las 21 y se retira a la celda para dormir.