En la cuadra del barrio santarroseño de Villa Elisa donde fue asesinada Susana Muñoz no hay dudas. “Él la celaba mucho. Era enfermizo”, dice una vecina a Diario Textual, que pide reserva de su identidad. “Haría unos tres o cuatro años que estaban saliendo, luego de que ambos se separaron”, contaron.
El viernes 25, poco antes de las 17 horas, el policía federal Antonio Gustavo Boland (44 años) mató de tres balazos -uno en su brazo derecho y otros dos en la cara- con su arma reglamentaria 9 mm a Susana Muñoz (51 años). Luego intentó quemar la casa -inició un incendio en un colchón y en un sofá- y se suicidó con la misma pistola.
Ocurrió en la calle Salveire al 1700 -entre Escuela Normal y avenida circunvalación Santiago Marzo, a metros de la rotonda del Avión-.
La casa era de Susana Muñoz. No tenían hijos en común, pero sí de relaciones anteriores.
Ambos cuerpos fueron hallados en el dormitorio. Tenían balazos y algunas quemaduras.
El homicida utilizó el arma 9 mm reglamentaria. Llamó por teléfono a su hija de 18 años, para avisarle dónde le dejaba un auto. La joven sospechó que algo grave había ocurrido. “Me la mandé”, le respondió, palabras más palabras menos, a la joven.
Poco después, Boland prendió fuego un colchón y se pegó un balazo.
La joven llamó por teléfono a otros familiares. Inmediatamente llegó a la casa un hijo de la mujer, de unos 20 años, que se encontró con la desgarradora escena.
Los vecinos, al ser consultados por Diario Textual, dijeron que no escucharon detonaciones de armas de fuego.
En el lugar estuvieron trabajando bomberos, peritos de la Agencia de Investigación Científica y personal médico. También llegó al lugar el jefe de Policía, Daniel Guinchinau; el jefe de la Unidad Regional I, Claudio Cano; y los fiscales Marcos Sacco, Máximo Paulucci y Oscar Cazenave.