El 24 de marzo de 1976, a las 2 de la madrugada, la presidenta Isabel Perón fue detenida por el Ejército y se iniciaba la toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas. El golpe de Estado había sido planificado con semanas de anticipación y cada oficial sabía qué tenía que hacer esa madrugada en lo que se llamó el “Operativo Bolsa”. Cerca de la medianoche del día 23, un avión que provenía de Ezeiza arribó al aeropuerto de Santa Rosa con varios oficiales del Ejército que serían funcionarios del gobierno de facto que encabezaría en los primeros días el coronel Fabio Iriart como interventor.
Esa madrugada los camiones del Ejército llegaron desde el Regimiento Toay a Santa Rosa y los patrulleros comenzaron a circular por las calles. Esa madrugada fueron detenidos los principales “blancos” como el ministro de Obras Públicas Santiago Covella y los diputados peronistas Hermes Accátoli y Roberto Gil en General Pico y el periodista Nelson Nicoletti, el dirigente estudiantil José Mendizábal y el sindicalista Miguel Maldonado en Santa Rosa, entre otras muchas víctimas de esa jornada.
El gobernador José Regazzoli apenas supo de la detención de la presidenta llamó a sus colaboradores y fue a Casa de Gobierno a firmar decretos que le faltaban, como una entrega de casas sociales en Santa Rosa y el aumento para los agentes de la administración pública. Poco después, Iriart llegaba a Casa de Gobierno para tomar el mando. A las 10 asumió el coronel como interventor militar de la Provincia y sus cuatro ministros, todos oficiales del Ejército.
Pero mientras todo eso pasaba, ¿cómo vivieron los vecinos de Santa Rosa esa jornada? La capital fue una ciudad tomada.
La población escuchó sobre las 3 el primer comunicado de la Junta Militar. En esa época, las noticias se podían seguir solamente por la radio. Los primeros comunicados de la intervención militar suspendieron, como ocurría en todo el país, la actividad política y gremial.
Las clases fueron suspendidas, medida que se extendió hasta el lunes 29 de marzo. Todas las oficinas públicas permanecieron ese día cerradas. No hubo actividad en la justicia ni en la municipalidad ya que se prohibió mantener lugares públicos abiertos. Solamente fueron ese día a Casa de Gobierno funcionarios o empleados muy necesarios para determinadas tareas, como por ejemplo una licitación.
Entre los empleados públicos comenzó a circular el rumor de que todos iban a “pasar a comisión”, o sea podían ser despedidos. Cosa que después pasó en los días siguientes. Uno de los pocos servicios municipales que se mantuvieron fue la recolección de residuos.
Un fuerte operativo se montó en los monoblocks de los funcionarios sobre la calle Padre Buodo donde fueron detenidas varias personas del Ministerio de Obras Públicas. Los periodistas de entonces tenían listas incompletas, pero sobre la tarde se hablaba de que eran más de 50 las y los detenidos en esa jornada. Tampoco se podía preguntar mucho.
Lo que iba pasando se podía saber, a medias en las radios. Se podía escuchar la voz del locutor con los bandos militares y los primeros decretos. Tanto LU33 como Canal 3 solo dejaron de integrar la cadena nacional en dos oportunidades. Cuando se dieron los comunicados de Iriart. Por supuesto, la música de fondo fueron marchas militares, si bien en esta oportunidad hubo algún momento para “música popular”, por lo menos en Santa Rosa.
Los medios gráficos del día 25 indicaban que “escasa cantidad de público se volcó a las calles santarroseñas”. Otro artículo indicó: “Bares y confiterías albergaron escasa cantidad de público por la tarde”.
Los militares se apostaron en cercanías de Casa de Gobierno donde impedían el paso de los vehículos.
Quienes iban a tomar el micro, que ese día fue garantizado el servicio, a la Estación de Omnibus tuvieron que sufrir que los pararan. Los servicios de avión y trenes si quedaron suspendidos hasta el 24 a la noche.
Se pudo ver soldados haciendo guardia en lugares como Radio Nacional, la UNLPam, la CGT, Emisora Pampeana, Canal 3 y la CPE. Un camión del Ejército y un blindado ligero cortaron la calle Pellegrini entre Juan B. Justo y Escalante, en la Jefatura de Policía. Ese día asumió el mayor Enrique Baraldini como jefe de Policía, si bien ya tenía una oficina en el edificio desde hacía meses. Igualmente se podía circular en el resto de la capital.