Diario Textual
  • INICIO
  • POLITICA
  • SOCIEDAD
  • ECONOMIA
  • MUNDO
  • TECNO
  • CULTURA
  • DEPORTES

Diario Textual

  • INICIO
  • POLITICA
  • SOCIEDAD
  • ECONOMIA
  • MUNDO
  • TECNO
  • CULTURA
  • DEPORTES
Vaque


Denuncian que Emepa desafilió a una mujer de 89 años porque los llama “muy seguido”

30 de junio de 2023
Denuncian que Emepa desafilió a una mujer de 89 años porque los llama “muy seguido”

Emepa, el servicio de emergencias médicas tradicional de La Pampa, no aceptó el pago de la cuota de una afiliada de 89 años en Santa Rosa. ¿El motivo? “Llama muy seguido”, les dijeron a sus familiares. En este nota, el periodista Alberto Callaqueo, hijo de la mujer, da detalles del caso.

Por Alberto Callaqueo





La Firma




Antes que nada, debo pedir disculpas a los lectores. Es la primera vez en mi extenso derrotero por el periodismo, que voy a usar la pluma para aludir a una situación familiar. Es que, como verán, se lo debo a mi madre. Este es de esos temas que deben ser estrictamente comunes y de interés de la sociedad.

Esta pequeña historia se remonta a los inicios del servicio que en la capital provincial ofrece EMEPA, la sigla que el Colegio Médico de La Pampa eligió para denominar al servicio de Emergencias Médicas Pampeanas, creado en 1988.

La Cata, mi madre, se afilió casi en los comienzos de EMEPA, cuando para su salud no era prioritario un servicio de emergencias, pero como entendió que se trataba de un sistema solidario que se publicita aún hoy como de “atención domiciliaria de pacientes, sin necesidad de tratarse de emergencias o urgencias”, comenzó a pagarlo y así lo hizo todos los meses desde entonces.





Tengo que decir que al cabo de los años mi madre se convirtió en lo que puede definirse como una potencial hipocondríaca porque era natural escucharla decir que alguna dolencia tenía y eso se fue acentuando tras la muerte de mi padre, hace ya más de 10 años.

Para ella fue natural entonces llamar a EMEPA cuando algún malestar se intensificaba y fue así que se fue haciendo “conocida” para los prestadores del servicio pero no sólo por la asiduidad con la que los convocaba, sino también porque con médicos y enfermeros-choferes fue entablando una relación por la que de tanto en tanto me hablaba con nombre propio de alguien que jamás conocí pero que en la casa de mi madre llegaba a la hora de almorzar y se quedaba, o aprovechaba el llamado del servicio para tomarse unos mates o incluso hasta pedir que se le lavara algunas prendas.

Entre esas médicas que concurrían hubo alguna que se hizo tan cercana que avisaba el día que iba a caer a almorzar y se aseguraba que se cocinara el plato que más le gustaba. Y lo sigue haciendo y es muy bien recibida.

Por supuesto que hubo otras y otros que tenían muy mal genio y originaban la ira de mi madre, que no ocultaba para nada su malestar y que como sentía que el trato que tenía con la mayoría de los prestadores del servicio era cuasi familiar, “amenazaba” con que a ese o esa fulana “los voy a echar a patadas si vuelven a atenderme”.

Es cierto también que mi madre llamaba por su nombre a cada una de las telefonistas del servicio. En mi caso, tenía que preguntarle de quien hablaba cuando en ese típico tono coloquial nombraba a la secretaria con la que hablaba para contarme alguna anécdota.

Es cierto, claro, que mi madre fue cumpliendo años. Hoy tiene 89. Y es cierto que fue necesitando el servicio más que antes.

Debo suponer que EMEPA ha considerado que las expectativas de vida de mi madre no iban a extenderse hasta casi los 90. Es probable que eso los haya contrariado. Pero es de una perversidad inhumana resolver de un plumazo dejar sin servicio de salud a una persona de su edad.

Eso es lo que ha pasado este fin de mes. Mi hermana fue a pagar la cuota y no le aceptaron el dinero. Le dijeron que ya no la aceptan como cliente, que la desafiliaron.

En rigor, el gerente de EMEPA llamó por teléfono a mi hermano unas horas antes y le adelantó que eso iba a ocurrir y le explicó que para una empresa como EMEPA era inaceptable que un asociado o paciente los llame tan seguido, sin importar dolencias ni edades.

El hombre explicó que EMEPA es sólo un servicio de emergencias, para decir que si no se trata de una emergencia no se lo debe llamar, en absoluta contradicción con lo que se pregona aún en su página web oficial, donde puede leerse que EMEPA ofrece: Servicio de emergencias las 24 horas, los 365 días del año. Traslados en ambulancias: altas, internaciones, atención en centros de rehabilitación y otros programados que sean requeridos por sus afiliados- avalados por orden médica-. Servicio de Enfermería Domiciliaria. Y entre sus enunciados está muy claro que se autoproclama como una entidad sin fines de lucro.

En fin, que para ellos, mi madre se transformó directamente en una hincha pelotas, sin importar que muchas veces esa clienta dejó de pagar o comprar otras cosas para cumplir con la cuota, que nunca fue barata. Sin importar que pagó la cuota religiosamente mucho antes de que efectivamente le fuera tan necesario el servicio.

Y uno, que ha visto y conoce de las miserias del hombre, no puede dejar de pensar que del último rubro que se espera una actitud semejante es del de la salud. Porque resulta difícil asumir que el gerente de EMEPA dice la verdad con todas las letras y somos nosotros los que nos resistimos a creer que esa verdad sea realmente la verdad.

Con todos sus años de estudio, con la carga de humanidad que la profesión debió haberle otorgado, con la vergüenza propia del que ha jurado por Hipócrates, no debe ser grato rebajarse a la altura de un mercader y por unas miserables treinta monedas tener que decirle a una pobre anciana de casi 90 que no le va a mandar la ambulancia para ir al sanatorio, porque para eso hay taxis.

Serrat dice en una de sus canciones que sería distinto si todos, pero todos, comprendiésemos que llevamos un viejo encima. No es improbable que el gerente de EMEPA piense que no llegará a viejo. Es su derecho. Y por eso agacha la cabeza y acepta hacer el trabajo sucio que le mandan hacer para que a la empresa le cierre la ecuación dinero+dinero.

Pero si sólo se recuerda que el Colegio Médico de La Pampa apoyó a la dictadura militar para borrar aquel magnífico servicio público de salud que se había implementado a nivel provincial y que se sepa, a pesar del paso de los años, nunca jamás ninguna de sus comisiones pidió disculpas públicas, si se recuerda que a muchos de sus propios integrantes los obligó a exiliarse para no desaparecer o perder la vida, para ellos dejar sin cobertura a una anciana de casi 90 años es como una gota de agua dulce en el mar.

Con todo, le digo a mi madre que aún hay médicos que consideran lo suyo un sacerdocio y que están dispuestos a estar cerca de los pacientes. “¿Vos decís, hijo? -contestó mi vieja-. El problema es que cada vez son menos”.

 

 


  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram

Copyright 2009 | DiarioTextual.com | Todos los derechos reservados | Santa Rosa – La Pampa – Argentina Dirección: Sergio Romano Contacto: [email protected] Contacto publicitario: 02954 -15377691 (Vanesa Cavallotto)

DISEÑO Y DESARROLLO WEB - www.generarweb.com