Plata no hay, pero la paralización de obras clave de infraestructura esta saliendo carísima. Es el caso de los gasoductos. Como no avanzan, el Estado está obligado a importar el combustible. El GNL importado vale cuatro veces más que lo que se paga por el gas que se extrae en Vaca Muerta.
La decisión de Milei de postergar la obra de la reversión del Gasoducto Norte, obligó a firmar nuevos contratos con Bolivia, a precio de escándalo. Esta semana, La Política Online pudo confirmar los precios que contiene la nueva adenda al contrato con Bolivia que firmó la estatal Energía Argentina (Enarsa) para asegurarse la provisión de gas natural para los meses de agosto y septiembre.
El contrato entre Argentina y Bolivia para proveer de gas a 7 provincias del centro y norte del país tenía fecha de vencimiento el próximo 31 de julio. Si bien esta es la novena adenda, lo escandaloso es el precio que convalidó la Argentina: mientras el gas de Vaca Muerta se paga USD 4.5 MBTU en invierno, y el GNL importado cotiza por debajo de los USD 12, el gobierno le va a pagar la friolera de USD 21 MBTU a Bolivia durante septiembre. Es decir que más que cuatriplica el precio del gas local que no puede capitalizarse por la falta de infraestructura.
“El precio es una locura, carísimo”, reconoció a LPO una fuente de la Secretaría de Energía que explicó que esa es la razón por la cual no es posible trasladarlo a tarifas. «Sería una masacre, nos lleva puesto», precisó la fuente. Desde la cartera que conduce Eduardo Rodríguez Chirillo remarcaron que el sobrecosto por el gas importado lo absorberá Enarsa para ser computado a la cuenta de subsidios del Tesoro Nacional. «No se traspasa a la demanda», enfatizaron.
El especialista Juan José Carbajales, director de la consultora Paspartú, explicó a LPO que el gobierno libertario continuó con la política de fijar un único precio mayorista. “Hoy todos los hogares pagan USD 3.3 MBTU que es el precio promedio entre la tarifa del verano y el invierno establecido en el plan Gas. Sobre este valor aparecen las bonificaciones y descuentos, dependiendo el nivel de ingresos”, dijo Carbajales.
El gasoducto norte fue planificado originalmente para importar gas de Bolivia, pero el declive de la producción hidrocarburífera boliviana y el boom de Vaca Muerta que hoy produce más que todo el país vecino, urgieron a revertir la dirección del flujo gasífero para asegurar el abastecimiento en la región norte del país y poder exportar gas a precios super competitivos a San Pablo, el corazón industrial de Brasil.
El proyecto original consta de tres obras diferentes, una de las cuales es la construcción del tendido de 123 kilómetros entre Tío Pujio y La Carlota. Las restantes son la ampliación de 62 kilómetros del Gasoducto Juana Azurduy y la reversión del sentido de inyección de gas en las plantas compresoras de Ferreyra y Deán Funes, Lavalle en Santiago del Estero y Lumbreras en Salta. Se estimaba para la finalización de la obra, un plazo de 5 meses de los cuales ya pasaron mas de 6.
La obra de reversión del gasoducto norte está presupuestada en USD 710 millones. La iniciativa cuenta con financiamiento parcial de un crédito de la CAF por USD 540 millones, aunque cotizados al tipo de cambio oficial de la época de Massa cuando estaba en 350 pesos. Sobre la diferencia de USD 170 millones, se contemplaba originalmente contar con los fondos de Cammesa.
En rigor, esta obra proyectada a realizarse en 5 meses se frenó tras el cambio de gobierno. Apenas asumido, Chirillo declaró desierta una licitación clave para la obra. Pasado más de un semestre, el nuevo proceso tiene uno de los tramos con obras apenas iniciadas y otro con la adjudicación resuelta recién a comienzos de mayo pasado.