Javier Catoni, el controvertido empresario dedicado a los bienes raíces, el campo y la seguridad, ahora volvió a ser noticia: pidió autorización al concejo deliberante de Santa Rosa para construir un helipuerto frente a su casa, en el barrio de Villa Martita.
“El Rambo de La Pampa” hizo la solicitud a través de una nota presentada -y que ingresó hoy al cuerpo deliberativo- por la ingeniera Laura Palacios Crespo, mediante la cual “solicita se analice la factibilidad de uso del suelo para la instalación de un helipuerto” en un inmueble de su propiedad.
La casa de Catoni se encuentra ubicada en la esquina de Poetas Pampeanos y Lasalle, a metros de la ruta nacional 5 -en el acceso este de la capital-. Enfrente de esa casa, compró otras dos viviendas que, luego, derribó. Allí pretende hacer el helipuerto en esos terrenos.
Sin embargo, se encontró con que el Código Urbanístico no lo contempla para esos usos, por lo que solicitó una excepción.
Actualmente deja sus helicópteros -tiene un Robinson R66 Turbine, de última generación- en un galpón que construyó en el Club de Planeadores de Santa Rosa.
Catoni, de 52 años, nació en Recoleta. Según ha dicho en reiteradas oportunidades, se hizo multimillonario al asesorar en seguridad a la familia de Pérez Companc, empresarios norteamericanos y europeos, y a jeques árabes.
Llegó hace unos años a La Pampa, luego de casarse con una pampeana. Entre 2006 y 2009, incluso, estuvo a cargo de la seguridad del Banco de La Pampa, y paralelamente tuvo una importadora de armas.
Compró un campo en la zona de Jagüel del Monte, a unos 70 kilómetros al oeste de Santa Rosa. En ese campo creó “Special Missions”, un centro de operaciones apuntado para fuerzas armadas y fuerzas de seguridad de todo el continente, en donde también se brindan entrenamientos y cursos de defensa y rescate para civiles.
De vender computadoras a la seguridad
Catoni ha dicho que se enamoró del mundo militar desde pequeño. “El acercamiento comenzó con los desfiles por el 25 de Mayo en avenida Libertador. Me quedaba desde la mañana hasta la tarde. Fue una etapa que viví durante ocho años, en donde me fascinaban los uniformes, cómo caminaban estructurados, sin una voz de dirección. La rectitud que tenían, los equipamientos. Todo”, expresó en su momento a TN.
Transcurrió su educación en un colegio francés, dentro de un contexto de familia de clase media que buscó darle libertad para que hiciera todas las actividades que quisiese. “Sobresalía en los deportes y odiaba las materias relacionadas a la filosofía, literatura o historia”, recordó.
En diciembre de 1993, fue convocado sorteo mediante para realizar el servicio militar. Catoni había sido asignado a la marina en un curso de un año y medio de duración. “Tenía que arrancar en marzo de 1994, pero pasó lo de Omar Carrasco”, dijo. El brutal crimen del soldado Carrasco significó el fin del servicio militar.
“Después de la secundaria estudié Ingeniería Biomédica en Entre Ríos y me recibí con la licenciatura. Paralelamente, siempre estuve relacionado con el polígono o el tiro. Desde chico a mi papá le gustaban las armas y me llevaba a tirar. También hacía deportes, muchas competencias con motos o natación”, sostuvo.
Cuando regresó de Entre Ríos, hizo las homologaciones en la carrera de Ingeniería en Sistemas, de la que también se recibió. “En esa época vendía computadoras en un local muy chiquito, en Avenida Córdoba y Mario Bravo”, especificó.
“Una vuelta, en el polígono, estaba tirando y me tocó el hombro un señor. Me felicitó por cómo lo hacía, tenía un estilo táctico. Me dejó una tarjeta personal y resultó ser el jefe de seguridad de una de las familias más importantes del país, de todas las empresas. Fue el primer reclutamiento, con un scouting de seis meses. Era parte de la custodia personal de ellos”, relató.
“Arranqué de abajo en la parte de seguridad. Cada ascenso y las tareas de campo me llevaron a viajar por todo el mundo. Abandoné el país para trabajar en una empresa estadounidense que hacía trabajos en distintas partes del mundo. Hacíamos planes de contingencia o seguridad para privados”, precisó.
“A los meses entré a trabajar ahí capacitando a todo el equipo y eso me llevó a trabajar para Estados Unidos. Eso me abrió las puertas al mundo. Ahí empecé a tener mis propios clientes, jeques árabes, príncipes, el Palacio de Buckingham, empresarios millonarios”, sostuvo.
La instalación en La Pampa
Luego de viajar por todo el mundo, Catoni sintió que “no tenía vida”. Decidió abandonar el mundo de la seguridad privada para iniciar un proyecto familiar en La Pampa, en la que dividió un amplio terreno para la ganadería y el centro de entrenamiento. “Soy estructurado desde chico. En mi vida dibujo un cuadrado y me mantengo adentro. Durante mi adolescencia empecé a construir la disciplina que me trajo hasta acá”, reveló.
Creó “Special Missions”, un centro de operaciones apuntado para fuerzas armadas y fuerzas de seguridad de todo el continente, en donde también se brindan entrenamientos y cursos de defensa y rescate para civiles.