Por Norberto Asquini
Cada votación en el Congreso en la era Milei no pasa desapercibida y tiene consecuencias sobre la gobernabilidad y el escenario político. Ayer el rechazo a la movilidad jubilatoria -y la confirmación del veto presidencial de Javier Milei– produjo un debate y una discusión previos que dejó desnudos a los dirigentes políticos, porque ante un tema tan sensible, cada uno tuvo que mostrarse tal cuál es. Y lo que piensa.
Por supuesto que el peronismo no tiene grises frente a Milei: en La Pampa los dos diputados nacionales (Ariel Rauschenberger y Varinia Marín) votaron contra el veto. El incendio se dio en los representantes de la UCR y el Pro, lo que en términos locales son el Juntos por el Cambio provincial. La radical Macerlo Coli defendió la movilidad jubilatoria, mientras los dos macristas, Martín Ardohain y Martín Maquieyra se sumaron a los 87 votos a favor de Milei y sus políticas. Sin ponerse colorados mostraron sus verdaderas cartas y su alianza con la gestión libertaria.
Aunque UCR y Pro validan cuando pueden su acuerdo local en suelo pampeano contra el peronismo, Milei no deja de ponerlos en un aprieto permanente. Porque su debate es actual –que votarle y que no al libertario, qué apoyar y qué no-, sino también a futuro –¿qué pasará con algunos temas centrales a la política provincial si llegan a ser gobierno?-.
En el radicalismo, atento a su flexibilidad interna que incluye progres y conservadores en un delicado equilibrio no exento de contradicciones, están los que miran con recelo a Milei y sus políticas antipopulares, y quienes lo defienden. El debate de la ley de movilidad jubilatoria, el veto presidencial y ahora los cinco diputados nacionales que garantizaron el rechazo en contra de su bloque (y de sus convicciones) puso en discusión qué hacer frente a Milei. Lo del grupo de legisladores de la UCR que votó a favor del veto fue un escándalo de conciencias “compradas” y de traiciones a las propias convicciones.
La discusión generada y su resolución pareció darle la razón a quienes tenían una visión crítica sobre el rumbo del gobierno libertario: el Comité Provincial emitió un comunicado en contra del veto, la diputada Coli votó a favor de la ley y ahora el intendente achense Abel Sabarots repudió a quienes apoyaron a Milei.
Del otro lado está el Pro, como bola sin manija frente a Milei. Está partido entre quienes se abrazaron al gobierno mileista y quienes ponen algún reparo (que no es ideológico) pero igual le votan todo. Como Macri, primero molesto ordenando votar en contra del presidente y a favor de la movilidad jubilatoria y luego de “arreglar” (una sociedad que ya se sabe no tendrá buen término) da marcha atrás y apoya el veto.
Los dos Martín (Ardohain y Maquieyra) hacen el mismo camino. En algún momento se muestran distantes, jugando a disimular, pero finalmente están embanderados con el rumbo libertario. El Pro no tiene contradicciones ideológicas con este modelo, como si lo tiene una parte del radicalismo.
En La Pampa, ambas fuerzas caminan juntan y sus dirigentes se hacen los distraídos frente a lo que genera Milei en cada una. Aunque los une su oposición al peronismo, Milei y su modelo que está mostrando su verdadera cara (el veto a la movilidad jubilatoria fue un triunfo de las prácticas de la “casta” y la reafirmación de que el ajuste no lo paga la “casta” sino los que menos tienen) los deja desnudos frente a frente. Una grieta que se trata de disimular, pero existe en la oposición pampeana.