El Club Social La Barranca destacó la “necesidad de la interacción del capital privado y estatal en la vida” de los clubes, pero sostuvo que está en contra del ingreso de la Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). En ese marco, expresó que le pareció “contradictorio” que el resto de las entidades deportivas de la Liga Cultural hayan aprobado el ingreso del Club Estudiantes que cuenta con gerenciamiento privado.
El Club La Barranca dio a conocer su posicionamiento, a través de un comunicado de prensa. Es el siguiente:
“A partir del debate en nuestra provincia del ingreso de la Sociedades Anónimas Deportivas en los clubes, creemos necesario fijar nuestra postura como Club Social (Asociación Civil sin fines de lucro cuyos predios se encuentran a su nombre), aclarando previamente nuestra oposición a dichas organizaciones en nuestra Provincia de La Pampa.
Cabe recordar la postura tajante en tal sentido del Gobierno de La Pampa por medio de la Subsecretaría de Deportes con un comunicado que refrendó la gran mayoría de los clubes en ese momento, pero sin embargo luego la Liga Cultural de Fútbol aprobó el ingreso nuevamente del Club Estudiantes mediante el gerenciamiento del fútbol por parte de BN Sports Sociedad Anónima con el contradictorio apoyo unánime de los clubes (a excepción de La Barranca).
Curiosamente esta nueva novedad para los argentinos y pampeanos en general, es decir la incorporación de la figura SAD en los clubes sea mediante gerenciamiento (SAD encubierta al tener fines de lucro) o bien como mutación de razón social, es tan antigua como el fútbol; y de hecho para ahondar en la historia podríamos decir que nace en el país de los fundadores del deporte, Inglaterra. Efectivamente desde 1921 los clubes ingleses eran constituidos por compañías privadas y de ahí la figura legal que tomaban y siguieron tomando. A partir del año 1983 y la posibilidad de dichas instituciones de lucro de cotizar en bolsa, permitió que la idea fuera atravesando fronteras e instalándose en prácticamente toda Europa occidental.
Sin entrar en análisis coexisten en dicho continente y el mundo sociedades bajo normas diferentes según sean los países. Es así que en Inglaterra es directamente una sociedad comercial con fines de lucro, en Italia las sociedades por ley deben invertir un porcentaje en educación y actividad social, las hay mixtas como en el caso de la Bundesliga alemana, donde pueden coexistir la asociación civil Club con la SAD, etc. Mas en todos los casos bajo una estricta fiscalización real del Estado.
Las SAD también han traspasado fronteras y se encuentran prácticamente en todo el mundo, al tal punto que podríamos afirmar que Argentina es uno de los pocos países donde todavía no se han naturalizado. Como denominador común a dicho cambio societario, encontramos el ‘estado de necesidad’ de los clubes de crecer en momentos de crisis, que los llevo a convertirse en SAD.
Claramente el origen de nuestros clubes, prácticamente en todo el territorio nacional, ha ido de la mano del crecimiento poblacional y el surgimiento de nuevas ciudades, donde pioneros vieron (y ven) en estas instituciones un acompañamiento más al proceso de socialización de los infantiles y el uso de buenas prácticas en el deporte bajo el lema ‘men sana in corpore sano’. De ahí la figura de Asociaciones Civiles sin fines de Lucro.
En primer término, creemos profundamente en la necesidad de la interacción del capital privado y estatal en la vida de los clubes. Y en el caso del estado de participación en políticas públicas también. Yendo al aporte económico tanto estatal como privado es claro que ese acompañamiento se debe dar bajo un orden jerárquico, es decir el Estado o el capital privado debe estar al costado o atrás del club, más nunca delante de él. Ello por la sencilla razón de no aceptar condicionamientos y perder autodeterminación como entidad democrática.
En el caso del capital privado cuando se ubica delante del club, actúa bajo forma de SAD o gerenciamiento (SAD encubierta), dejando de lado el interés de los socios por un nuevo fin, ‘el lucro’.
Los ejemplos en el mundo dan muestras claras de la pérdida del interés común en los socios por el éxito deportivo o económico de un grupo. La palabra gerenciamiento deportivo como antecedente en nuestro país, tenemos el triste ejemplo de lo que fuera el gerenciamiento de Racing Club de Avellaneda por la Albiceleste S.A. Dicha actuación dejo una imagen negativa imborrable en los socios de esta institución que dieron muestra de una gran resistencia para recuperar el club definitivamente mediante una lección de hidalguía.
Desde nuestra visión como club políticamente independiente, entendemos, queremos y pregonamos que la totalidad del arco político (partidos y personas) acuerden la necesidad de instaurar políticas de Estado que vinculen el trabajo con los clubes.
Efectivamente el análisis de la existencia de clubes y SAD no es lo mismo en un país desarrollado que en los países emergentes como el nuestro. Los clubes dotados de equipos interdisciplinarios, con nutricionistas, psicólogos, asistentes sociales, kinesiólogos, etcétera, pueden detectar (y en nuestra experiencia detectan) numerosos flagelos en las infancias y adolescencias y poder tratar preventivamente dichas problemáticas, como sucedió muchísimo en la pandemia Covid-19.
Claro que para eso es necesario de políticas públicas de trabajo en común y de acercamiento del Estado. Para ser más claro, los clubes son una herramienta para sacar chicos de la calle como comúnmente se dice, y el día que se imponga el fin de lucro por sobre el social, el Estado habrá perdido la posibilidad de contar con dicha herramienta para intentar alguna vez en la vida un cambio de cara a una sociedad más justa, donde la infancia no ande perdida por las calles y la pobreza sea algo normal, casi vital y necesario que se evite.
Es una batalla que no podemos perder, pero necesitamos para eso un dialogo permanente de la sociedad”.