Por el Consejo de Administración de la CPE
Dieciséis años pasaron de un hecho luctuoso que en la CPE no se termina de superar. El 26 de marzo de 2009, un fatal accidente de tránsito se llevó la vida de un militante del cooperativismo y de la vida: Antonio Skara era en ese momento el presidente del Consejo de Administración de la Cooperativa y, como tal, se dirigía a una reunión con delegados y vecinos de Uriburu, después de haber participado en un acto de lanzamiento de capacitaciones junto a la Universidad Nacional de La Pampa.
El compromiso social de Antonio, acorazado por innumerables años de tarea permanente en sindicatos, partidos políticos, agrupaciones de vecinos y cooperativas, siempre generó admiración de quienes compartían aquella visión y esfuerzo individual, pero indefectiblemente colectivo. Y el correr de los años no ha dejado en el olvido esa actitud aunque es nuestro deber —como militantes— reivindicarla como ejemplo. Y mucho más cuando las dificultades parecen querer encerrarnos y hacernos bajar los brazos.
Militar, proponer, movilizar, en tiempos de vientos a favor es bueno; hacerlo en tiempos cargados de inconvenientes y limitaciones es otro cantar. Y en la actual etapa, donde el discurso oficial tergiversa o directamente niega la historia; genera permanentes actos de provocación y hasta violencia física y simbólica (como es el reciente hecho alrededor de la figura del escritor y también militante, Osvaldo Bayer); que enfatiza en un modelo ideológico individualista; y cuya estrategia general pretende hacer caer en el desánimo y la resignación a la población, para finalmente eliminar derechos y conquistas, ejemplos positivos como el de Antonio deben revalidarse.
El cooperativismo argentino construyó una historia a base de trabajo y esfuerzo perseverante. Nació en un contexto, entre fines del siglo 19 y las primeras décadas del siglo 20, donde grupos de vecinos alentaron esperanzas para generar y prestar servicios, impulsar la producción de bienes y el consumo familiar, el ahorro en cajas de crédito popular y su posterior distribución en créditos a tasas bajas, o crear espacios de educación y bibliotecas, entre otros. Nunca nada le fue fácil.
La CPE es hija de aquella vecindad santarroseña y hermana de otras tantas cooperativas populares. El próximo 6 de julio, aquel espíritu pionero está cumpliendo 95 años de su acta fundacional. Y en ese extenso derrotero, muchísimos dirigentes y militantes, hombres y mujeres, han marcado hitos del crecimiento y protagonismo solidario de la CPE: Antonio Skara integra ese grupo que sintetiza ideales humanistas que construyen y defienden bienestar social.
En la CPE hay una sala cultural, junto a la Placita de los Abuelos, que hoy es sala de lectura de la Biblioteca Popular “Domingo Gentili”, lugar de capacitaciones del personal, espacio para la presentación de libros de Editorial Voces, y lugar de dictado de clases de los talleres de capacitación. Lleva el nombre de “Antonio Skara” para su reconocimiento. Pero ese recuerdo no tiene que quedar anclado en lo que fue, sino proyectarse a lo que debe ser, en particular para quienes confiamos en el cooperativismo como un método y un proyecto más allá de las circunstancias.
Nota publicada originalmente en la Revista 1° de Octubre.