Héctor Pedro Vergez, el victoriquense que se jactó de crear y dirigir el campo de concentración cordobés de La Perla y que fue condenado por delitos de lesa humanidad, fue hallado muerto en el Complejo Penitenciario de Bouwer, en Córdoba, donde cumplía una pena de prisión perpetua, informó Tiempo Argentino.
Había llegado a Córdoba en 1975. La fama de “Vargas” o “Gastón” –como se hacía llamar por los esbirros del Batallón 601– había nacido antes de la dictadura, cuando formó parte del Comando Libertadores de América, una versión cordobesa de la Triple A. Su ladero en esos días era el comisario Pedro Telleldín –padre del implicado en la causa AMIA–, con quien compartió inolvidables hazañas, como la bomba que hizo volar la rotativa del diario La Voz del Interior, ubicada en el barrio Alta Córdoba. También se le adjudicó al dúo la matanza de la familia Pujadas y la de nueve estudiantes bolivianos, cuyos cuerpos torturados aparecieron en un camino situado en las afueras de la ciudad. Idéntica suerte corrieron otras tantas personas secuestradas en 1975, como Susana Luna, que antes de recibir el tiro de gracia fue salvajemente mutilada. Y Marcos Osatinsky, un jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), al que él asesinó arrastrándolo por una ruta encadenado a un auto. Luego, dinamitó su cadáver. Al concluir ese año, fue puesto al frente del penal militar Campo de la Ribera, ya convertido en un centro clandestino.
Allí supo destacarse por sus “sutiles pugnas psicológicas” con los prisioneros: en una ocasión llevó en helicóptero a un muchacho de la JP, al que amenazaba con tirar, mientras lo tenía colgado de un tobillo. Después pasó a La Perla, donde asistió a la etapa más fructífera de su carrera.
Vergez pasó a retiro en 1979. Desde entonces alternó su incorporación inorgánica en la SIDE con la iniciativa privada: fue directivo de Condecor, una financiera vinculada al otrora vicepresidente radical Víctor Martínez. No pocos denunciaron que comercializaba muebles de desaparecidos en sociedad con el ministro menemista Julio César Aráoz. Se puso al frente de una banda de usureros que cerraba negocios con gente acorralada por las deudas con prestamistas. Fue operador oficioso de la causa AMIA y hasta se dio el lujo de escribir un libro autobiográfico.
En junio de 2005, un histórico fallo de la Corte Suprema invalidó las Leyes del Perdón que había dictado Raúl Alfonsín. El 8 de agosto de 2006, Vergez fue arrestado.
En diciembre de 2012, fue condenado a 23 años de prisión por el secuestro y desaparición de Javier Coccoz, de Julio Gallego Soto y de Juan Carlos Casariego de Bel. Ingresó a cumplir la pena de prisión en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz.
En agosto de 2016 fue condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad en la megacausa La Perla-La Ribera.