Por Norberto Asquini
El Partido Justicialista de La Pampa va a internas y por cargos partidarios. Casi una anomalía en la provincia, pero un hecho que no llama la atención en tiempos convulsos para la política. La historia se conoce: el peronismo pampeano, a diferencia de lo que está ocurriendo en otros lugares, quería una lista de unidad detrás de la figura del gobernador Sergio Ziliotto. Sostener el status quo, los consensos trabajados entre líneas a pesar de las diferencias, un peronismo abroquelado en un país que sufre la cruel motosierra libertaria. Para qué tocar la estructura partidaria, para que crear conflictos internos innecesarios cuando la pelea está en otro lado. Pero las diferencias al interior de La Cámpora pampeana prendieron la llama de lo que se convirtió en un incendio mayor. Los reclamos del intendente de Santa Rosa, Luciano Di Nápoli, el ex camporista que se deskirchnerizó, de que le respetaran sus lugares, ahora en manos de sus ex socios camporistas, fueron empujándolo a decidirse por algo que ya estaba en el germen de sus apetencias.
La falta de una respuesta a su favor tal vez motivó pensar más en rupturas que en acuerdos. La justificación fueron los lugares en el Consejo, pero lo llevaron a pelear la conducción partidaria para hacerse un lugar entre los candidatos a gobernador en 2027. Los choques con el gobernador Sergio Ziliotto que ya se venían evidenciando terminaron por un desafío abierto hacia el mandatario. Y no solo a Ziliotto, fue sobre todo a la estructura, al consenso peronista que tal vez soñó resquebrajar sin éxito. No importa el argumento que haya utilizado. La renovación fue uno, pero hay renovación también del otro lado. Otro el sacar a La Cámpora de la vicepresidencia, una justificación agitada a último momento en una operación mediática.
Un argumento endeble cuando de 37 miembros que tiene la otra lista para el Consejo provincial solo 3 son camporistas. Pero le sirve. ¿Otro argumento que sumó? Unidad no es subordinación. Rareza una subordinación donde nadie perdía lugares. ¿Está mal que se planté una interna? No. ¿Es oportuno? Ahí es otra cuestión distinta. Di Nápoli se apuró en pelear ahora la partidaria para hacer pie hacia 2027, disputar su metro cuadrado de poder porque de otra manera tal vez no iba a llegar. No tiene línea, sus aliados parece que no serán tan aliados en 2027 cuando disputen el mismo cargo, su territorialidad está atada a la capital. No es por un proyecto de provincia distinto, no es por más cargos. Es posicionarse.
Así fue que Di Nápoli pateó el tablero. Rompió con una lógica del consenso y forzó una interna por la conducción del PJ que nunca se había visto en la provincia. Y fracturó con su iniciativa la estructura partidaria en Santa Rosa, y hasta al sindicalismo santarroseño. ¿Una jugada maestra? ¿Oportunismo innecesario? Cada uno lo analizará según sus intereses. Ahora buscará frente al consenso peronista hacerse fuerte en Santa Rosa, buscar en el fondo de la olla el voto de los descontentos y seguramente fomentar un espíritu anti K. Y alentado por poderes económicos como el que le arrima su socio Matzkin (un peronista difuso, enfrentado a Carlos Verna y que apoyó en su momento al macrista Mac Allister). Las cuentas que hizo fueron claras: saque lo que saque, va a ganar más de lo que tenía. Si logra superar el 20% de los votos, algo que es totalmente posible, meterá más cargos de los que le ofrecían. Pero sobre todo, logrará estar en la conversación en 2027.
Hace dos semanas, esta columna hablaba de la lista de unidad conseguida por el peronismo pampeano como una fortaleza frente a lo que está sucediendo en otros lugares. Pero pasan cosas y la realidad compleja y caótica sacude cualquier previsión.
El vaso vacío de esta historia se queda con la interna, que tendrá repercusiones a futuro. No solo en octubre, sino seguramente hacia 2027. Y también en la gobernabilidad de Santa Rosa. Di Nápoli irá en una lista y los concejales que le tienen que votar sus proyectos están en la otra.
Y el vaso medio lleno nos muestra el consenso peronista que no titubeó ante el desafío. Un consenso que tiene como columna central, y mayoritaria, a La Plural, y detrás está el resto de las líneas. Están de garantes el gobernador Ziliotto y el conductor Carlos Verna. A pesar de las tensiones y el juego permanente del poder entre ambos, cerraron filas. Toda una señal para los que los ven siempre al borde del conflicto. La pelea, dijimos, es otra.
La lista de consenso también sirve para contarle las costillas a la de Di Nápoli. Su lista está integrada por un solo intendente, el resto de los jefes comunales está dentro del consenso. En el interior no pudo armar ninguna lista para las unidades básicas y en Santa Rosa, donde el peronismo es “una cooperativa” al decir de un viejo dirigente, solo pudo completar listas en tres de las siete unidades básicas. El proyecto personal de Di Nápoli tiene pretensión provincial, pero queda demostrado que está limitado a Santa Rosa y al voto silvestre que coseche en otros lugares.
Di Nápoli adelantó 2027 con su proyecto personal y político. Esta interna chica abre la posibilidad de otras internas grandes (octubre de 2025, la gobernación dentro de dos años). Habrá que ver si las ganancias que pueda lograr un sector forzando una interna no terminen siendo el clavo del ataúd de un peronismo que hoy tiene una pelea mayor.