A menos de tres meses de las internas del 3 de agosto, el Partido Justicialista de La Pampa todavía no define quién será su candidato o candidata para disputar las elecciones legislativas nacionales de octubre. En medio de un escenario político nacional adverso para el peronismo, y con la sombra creciente de La Libertad Avanza, el oficialismo provincial se enfrenta a una decisión estratégica que puede marcar su futuro inmediato.
Los tiempos corren y, mientras tanto, el PJ pampeano sigue debatiéndose entre perfiles, nombres y equilibrios internos. La decisión del exgobernador Carlos Verna y su línea interna, la Plural, de no presentar candidatos dejó una huella profunda en el armado del oficialismo. Por un lado, condiciona al gobernador Sergio Ziliotto, quien ahora queda con mayor responsabilidad en la definición del postulante. Por otro, limita las chances de que el candidato surja de General Pico, ciudad clave en el mapa electoral pampeano, que queda sin figura de peso tras el repliegue del vernismo.
En ese contexto, emergen varias posibilidades que el peronismo analiza con cautela. Una de ellas es que el candidato sea directamente un representante del Gobierno provincial, con fuerte respaldo institucional y político. Otra opción sería promover un intendente con consenso entre los jefes comunales del PJ. Esta alternativa intenta asegurar una estructura territorial movilizada, algo vital en un contexto de apatía y fragmentación.
También se baraja un perfil más independiente, que no esté alineado con las principales líneas internas y pueda evitar tensiones o resistencias. En ese sentido, uno de los nombres que se ha mencionado es el del intendente de Toay, Ariel Rojas, con buena imagen pública y una posición política más neutral. Otra figura en estudio es la del rector de la UNLPam, Oscar Alpa, un outsider con recorrido académico y técnico, que fue medido en encuestas como una opción viable para captar voto moderado o independiente.
En esa línea de «candidatos neutrales», también surgieron alternativas como algún dirigente sindical. Sin embargo, las mediciones no favorecen a este perfil: según la encuesta de Subán y Córdoba, los sindicalistas no miden bien en intención de voto como representantes del PJ, especialmente en un clima en el que el discurso antipolítico sigue capitalizando adhesiones.
Otra posibilidad es que se intente promover un candidato vinculado a sectores internos tradicionales, como el marinismo, que apuesta por la continuidad de figuras como Varinia Marín. Pero esa opción enfrenta la resistencia de otras líneas, que podrían desmovilizarse o incluso replegarse en plena campaña si sienten que se impone una candidatura sin consenso.
La encrucijada es clara: el PJ pampeano necesita un candidato competitivo, que unifique al partido, que movilice a su base electoral y que tenga capacidad para enfrentar al candidato de Javier Milei, quien, según las encuestas, sigue gozando de una imagen positiva sostenida. En otras provincias, el justicialismo ha sufrido derrotas importantes frente a La Libertad Avanza, y La Pampa no quiere repetir esa historia.
El peronismo pampeano ha sabido históricamente administrar sus diferencias y construir unidad en momentos críticos. Pero esta vez enfrenta un desafío mayor: no solo elegir un nombre, sino definir qué tipo de mensaje quiere llevar a la sociedad en un contexto donde la política tradicional parece estar a la defensiva. El tiempo apremia, y la decisión no solo marcará la elección de octubre, sino también el rumbo interno del partido hacia 2027.