Por Norberto G. Asquini
Por estos días, mientras en muchas provincias el silencio o la sumisión marcan la relación con el poder central, La Pampa volvió a levantar la voz. Lo hizo en defensa del federalismo, la autonomía provincial y delegaciones constitucionales. Esta semana, encabezada por el gobernador Sergio Ziliotto, la provincia fue la primera en ponerse al frente de una resistencia concreta frente a las leyes de corte liberal que impulsa el gobierno del presidente Javier Milei y que buscan avanzar, sin disimulo, sobre instituciones clave del entramado social y profesional: los colegios y consejos de profesionales, las cajas previsionales de profesionales y hasta, una vez más, sobre los sistemas jubilatorios provinciales. El gobernador salió a defender la colegiación y por ende a las cajas previsionales.
La advertencia de Ziliotto no fue menor. La decisión de enfrentar una nueva embestida libertaria se sustenta en que el poder de policía en lo referido a las actividades profesionales “compete a las provincias” y, en el caso de La Pampa, por leyes provinciales, ello se ha delegado en los colegios y cajas.
Las instituciones pampeanas se vieron amenazadas por una batería de medidas que intenta desregular la actividad profesional, debilitando el rol de los colegios y consejos, y que además pretende intervenir -de hecho, apropiarse- de los fondos y el manejo de las cajas previsionales. La avanzada liberal, disfrazada de modernización y libertad de elección, es en realidad una maniobra peligrosa que atenta contra la organización profesional autónoma y la previsión social de miles de profesionales. Es de tal calibre la amenaza, que entidades que se mantienen ajenas y displicentes de la política y las gestiones, esta vez decidieron agruparse y mostrarse junto al gobierno provincial.
Pero esta escena no es nueva. Hace más de tres décadas, en 1994, durante el gobierno de Carlos Menem y con Domingo Cavallo como ministro de Economía, se intentó algo similar: desfinanciar las cajas previsionales provinciales, traspasar las cajas profesionales a las flamantes AFJP, y reducir el alcance y potestad de los colegios profesionales. Fue entonces cuando La Pampa protagonizó lo que hoy se recuerda como la “Gesta del 94”. Rubén Marín, gobernador de la provincia y constituyente nacional, junto al radical Antonio Berhongaray -momentos muy distintos a los de ahora donde la UCR deja hacer cuando no acompaña la avanzada libertaria- y el vicepresidente de la Caja Forense de La Pampa y secretario general de la Coordinadora nacional de cajas profesionales, “Pinky” Bensusán, lideraron una movida política histórica.
Hoy casualmente La Pampa detenta la secretaria general de la Coordinadora con la pampeana Sandra Abdo.
No fueron solos. Convocaron y convencieron. En Santa Fe, durante las jornadas constituyentes, más de 7.000 profesionales se congregaron para defender sus instituciones, sus aportes y su autonomía. No se volvió a ver una movilización del sector semejante. Gracias a ese esfuerzo colectivo y transversal, se consagró el artículo 125 de la Constitución Nacional, que le dio a las provincias la facultad de conservar sus regímenes previsionales y de organización profesional. Una bandera que hoy vuelve a ser clave frente a los nuevos intentos de avance centralista.
La diferencia, hoy, es que mientras La Pampa vuelve a plantarse con firmeza, otras provincias muestran pasividad o incluso complicidad. En Chubut, por ejemplo, los consejos y cajas han sido ninguneados por su propio gobernador. En otras jurisdicciones, los profesionales ven con preocupación cómo se desdibujan sus derechos adquiridos. En La Pampa, Ziliotto asumió un compromiso explícito: no permitir que se vulneren las autonomías provinciales, ni se pongan en riesgo los sistemas previsionales que los propios profesionales sostienen con su esfuerzo.
Esa claridad política, esa memoria activa que conecta el presente con las luchas del pasado, es lo que hoy vuelve a distinguir a La Pampa. Frente al atropello, responde con historia, con institucionalidad y con decisión. Como hace treinta años, no se resigna a ser espectadora. Asume el rol de vanguardia, marcando el camino para el resto del país. Y recordando que, a veces, en la defensa de lo justo, es necesario volver a empezar. Y volver a resistir.