SilvinaGhilardi es una mujer que junto a sus dos hijos decidió, ante la falta de un trabajo, iniciar un emprendimiento familiar: vender tortillas asadas. Comenzó a ganarse la vida con esa actividad. Vendió en el Parque Oliver y en el hospital sin ningún problema. Ahora se ubicó en la rotonda sur, pero el municipio la amenazó con desalojarla. Le exige que “ambule”, es decir, que venda de manera ambulante. O bien que se compre un food truck, algo imposible porque no tiene el dinero. “Es una situación muy triste, no nos dejan trabajar”, dijo la mujer a Diario Textual.
Silvia contó su historia y expresó su amargura por esta situación. Los vecinos y quienes pasan a diario por el lugar saben que es una trabajadora que se gana la vida haciendo ricas tortillas asadas, simples o rellenas. Con eso vive su familia.
“Mis dos hijos y yo empezamos este emprendimiento familiar dado que estábamos en una situación difícil, sin trabajo. Se nos dio por hacer tortillas asadas. Empezamos por el Parque Oliver, donde no tuvimos nunca un problema, después nos trasladamos al hospital, donde tampoco hubo inconvenientes. Y ahora estamos en la rotonda sur. Pero la municipalidad nos quiere sacar porque nos dice que no podemos estar acá y que tenemos que ambular. Nosotros tenemos parrilla con ruedas, no podemos estar moviéndonos continuamente. El puesto nunca queda fijo porque lo abrimos a la mañana y lo cerramos a las 18”, dijo.
“Estamos viviendo de esto y nos proponen que nos compremos un food truck, cosa que nos resulta imposible porque no tenemos el dinero. No sabemos qué hacer. Solo pretendemos trabajar y no estamos haciendo nada malo. Nos dijeron que el lunes nos van a venir a sacar con la policía porque es una orden del municipio. No podemos ambular con una parrilla. Es una situación muy triste para nosotros”, agregó.
Un corralón de la zona se solidarizó con la situación de Silvina y su familia y le guarda todos los días la parrilla donde asa las tortillas. Pero la mujer está angustiada porque no sabe si la semana que viene podrá trabajar y teme que le secuestren su parrilla, con la que se gana la vida. Pide que el municipio reconsidere la situación y la dejen seguir vendiendo en el lugar.