Finalmente se vienen los cambios que el Gobierno pretende implementar en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Sobre todo, la decisión de que pierda su autonomía para tomar decisiones.
Los mismos fueron anunciados este lunes por la tarde en una conferencia de prensa que realizaron el vocero presidencial, Manuel Adorni, y el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzeneger.
Pero lo del INTA no es la única novedad relevante para el agro: también se detallaron modificaciones importantes en otros organismos importantes como el Instituto Nacional de Semillas (INASE), que desaparecerá; el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, que también dejará de existir; y el Instituto Nacional de Vitivinicultura, que también perderá autonomía.
En un comunicado titulado “el Gobierno Nacional reestructura siete organismos ineficientes”, desde la Casa Rosada detallaron cómo son las “desregulaciones” que se harán, además de en los organismos ya mencionados, en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y el Cannabis Medicinal (ARICCAME) y el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI).
En el caso del INTA, se anunció que se transforma en un “organismo desconcentrado” en el ámbito de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía, “para enfocarse en la innovación y la transferencia tecnológica y dejar de sostener con recursos presupuestarios un organismo sobredimensionado y orientado al extensionismo, la agricultura familiar y la agroecología”, señala el comunicado.
También subraya que la dotación del INTA supera los 6.000 agentes y tiene un presupuesto anual aproximado de $ 229.000 millones.
“Los altos niveles de ineficiencia detectados y la mala administración de los recursos públicos, hacen necesario repensar sus funciones y su organización para adecuarlas a los nuevos desafíos tanto nacionales como internacionales”, agrega la gacetilla.
También justifica que “el carácter descentralizado del INTA no se tradujo en una mayor eficacia institucional, sino que ha derivado en dificultades de supervisión estratégica, dispersión operativa y una débil alineación con los lineamientos de la política agropecuaria nacional”.
Por eso, “el nuevo rol del INTA será el foco en la investigación, la creación de tecnologías y bienes públicos tecnológicos para profundizar la base científica dirigida a la producción agropecuaria y contribuir a la formación de nuevos productores agropecuarios altamente capacitados, interconectados a través de redes privadas”.