El Complejo de la Penha, uno de los conglomerados de favelas más grandes y densamente poblados de la zona norte de Río de Janeiro, amaneció este miércoles envuelto en el espanto y la indignación. Decenas de vecinos, en un acto desesperado de denuncia y dolor, llevaron al menos 54 cuerpos hasta la Estrada José Rucas, una de las principales arterias del barrio. Los cadáveres fueron alineados sobre el asfalto en una escena que estremeció no solo a la comunidad, sino a toda la ciudad.
Los cadáveres fueron hallados en la zona boscosa entre los complejos del Alemão y de la Penha, donde se llevó a cabo la operación policial más letal de la historia del estado.
De acuerdo con las cifras oficiales, ayer, la acción había dejado al menos 64 muertos y 81 personas detenidas. Entre las víctimas fatales hay cuatro policías. Pero este miércoles la cifra de muertos asciende a 114.
La abogada Flávia Fróes, quien estuvo presente durante la retirada de los cuerpos, declaró que varios cadáveres presentaban “marcas de disparos en la nuca, puñaladas en la espalda y heridas en las piernas”. Es decir, hubo ejecuciones.
Organizaciones y defensores de derechos humanos solicitaron a la Comisión Interamericana de DDHH la presencia de interventores y peritos internacionales en Río.
Fróes calificó la intervención policial como “la mayor masacre de la historia de Río de Janeiro”.
Los cadáveres fueron retirados de la parte trasera de un vehículo con la ayuda de personas en situación de calle. Entre quienes colaboraron en la remoción había menores. Un niño de aproximadamente nueve años asistió en la tarea, informó el periódico Folha de San Pablo.
Uno de los cuerpos no tenía cabeza. La misma fue transportada en una bolsa. En medio de la conmoción, uno de los presentes gritó a los familiares: “Es uno de cabello rojo”. Las manos del cadáver estaban cerradas, apretando césped.


