Por Norberto G. Asquini
Las elecciones legislativas del 26-O aún se debaten y da pie a distintas interpretaciones. En La Pampa hubo un hecho concreto que no se puede discutir: el 44% que sacó el peronismo fue un gran resultado, por el porcentaje logrado, en la comparación con lo ocurrido al PJ en el resto del país y por los condicionamientos que tuvo.
Algunos dirán que se ganó por un puñado de votos, otros que los libertarios estuvieron muy cerca. Pero el peronismo logró un triunfo, con Ziliotto a la cabeza que capitalizó el resultado, frente al “club del daño” del PJ y contra la ola violeta que golpeó a otros gobernadores. Una de las mejores elecciones intermedias para el peronismo pampeano en 24 años. Y si peronismo es ganar, Ziliotto la ganó, y sacó pecho en el peronismo nacional que apenas tuvo algunas victorias frente a LLA en las provincias.
Además, conocido el resultado, Ziliotto se siguió mostrando como un ganador de la jornada. En contra de lo que muchos pensarían, subió al escenario en el acto del festejo al intendente Luciano Di Nápoli a pesar de los choques que hubo; se sentó con el presidente Javier Milei cuando convocó a los gobernadores mostrándose abierto al diálogo pero manteniendo los reclamos pampeanos; y recibió al diputado de LLA que lo había defenestrado en la campaña.
¿Por qué el 44% fue un gran resultado para una legislativa? Porque al PJ pampeano en las nacionales intermedias siempre le fue mal: desde 2001, en las siguientes cuando ganó lo hizo dividido y con el piso de los votos, y en la única que sacó más porcentaje la victoria fue raspando y con todos encolumnados. Y hasta perdió en dos oportunidades el segundo diputado, cosa que ahora recuperó.
Veamos: en 2005 con candidatos marinistas, y el vernismo jugando la interna, sacó 34,9%, apenas un punto arriba del segundo; en 2009 luego de la 125 y con el gobierno nacional cuestionado, el PJ sacó 37,7% quedando primero a dos puntos del segundo; y en 2013 sacó un 35,1% cuando el gobernador Oscar Jorge sufría el embate del vernismo y el PJ perdió un diputado, siendo primero por menos de un punto del segundo. En 2017 se ganó con el 45,4% de los votos, un punto más que en estas últimas votaciones, pero por una diferencia de 76 votos y poniéndose el gobernador Carlos Verna al frente de la campaña con todo el peronismo encolumnado; en 2021 se sacó el 42,4% y fue derrotado por la ola amarilla de Macri y con el vernismo boicoteando la campaña, y también se perdió un diputado. Ahora en 2025 se ganó, se recuperó un diputado, se frenó la ola violeta que golpeó a otros gobernadores y peronismos, y se lo hizo con el “club del daño” jugando en contra.
La estrategia de Ziliotto finalmente fue feliz. El gobernador se puso al frente de la campaña y se desmarcó de las referencias kirchneristas. Defendemos La Pampa fue el sello provincial dejando de lado Fuerza Patria. Y la pegó: en 6 de los 7 distritos donde el peronismo no se llamó Fuerza Patria, la ganó. Uno fue La Pampa. Fuerza Patria terminó perdiendo Buenos Aires y la sigla sumó derrotas en otras provincias.
Ziliotto demostró que puede ganar (lo hizo en la mayoría de los pueblos y se achicó diferencia en otros que gobierna la UCR desde 2023). Y el triunfó le sonrió en Santa Rosa por buena diferencia (a nivel nacional en solo 5 capitales provincial LLA no ganó, y una fue en La Pampa).
¿Y el “club del daño”? El vernismo nuevamente boicoteó la campaña (hay que diferenciar también algunos dirigentes piquenses que tampoco pusieron todo el empeño) y en Santa Rosa Luciano Di Nápoli trabajó a reglamento y sin mayor participación. Ambos sectores presionan en contra de Ziliotto pensando en la sucesión. Uno condicionando y apretando a la gestión, el intendente mostrándose como posible candidato. En General Pico el peronismo mostró que sigue perdiendo votantes, pero esta vez no fue determinante para llevar al PJ a una derrota. El vernismo perdió poder de fuego. Y en Santa Rosa, más allá de que Di Nápoli quiso capitalizar un triunfo en el que poco colaboró, finalmente tuvo que decir que “se construye entre todos” ante la evidencia.
Como indica un dirigente del PJ, “Verna es a Ziliotto lo que Cristina a Kicillof”. Ambos parecen jugar a la derrota de los gobernadores para condicionarlos y bajarles el precio. En Buenos Aires, CFK y Kicillof se obsesionaron con una interna que es totalmente de liderazgo y nada de contenido. Una pelea superficial sobre quién se queda con el título del auto fundido. El kirchnerismo pasó en este proceso, y en su derrota electoral, de ser una fuerza nacional a una encerrada en Provincia de Buenos Aires y cada vez está más municipalizada.
En La Pampa la interna sigue: no pasaron muchos días que los diputados vernistas empezaron a ponerle palos en la rueda en la Legislatura. Palpable evidencia de cómo jugaron en esta campaña. Pero Ziliotto demostró con este resultado que sin el “club del daño” puede ganar. Y que le queda fuerza para ser protagonista en la definición de su sucesor para 2027.


